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A los enemigos les desconcertaba en su murmuración la manía del doctor por curar gratuitamente a los pobres, añadiendo muchas veces una limosna; e indignábales la testarudez con que se negaba otras muchas a asistir a las personas acaudaladas y de sanos principios que habían tenido que solicitar el permiso de su confesor para ponerse en tales manos.

Leto era fornido, sin ser basto ni mucho menos; ágil y bien destrabado de miembros, de mirar noble e inteligente, sano color y correctas facciones; la barba, de un matiz castaño obscuro, nutrida, suave y bien puesta; el pelo semejante a la barba; los dientes sanos y blanquísimos; la boca no grande y fresca, y el cuello, que entonces estaba al descubierto, limpio, blanco y redondo como una pieza de mármol.

Yo le enseñaré se decía todo lo que puede enseñarse en un colegio, en el buen sentido de la palabra, porque en los colegios también se aprende algo malo. Procuraré, al mismo tiempo que educo su inteligencia en los sanos principios de la moral, de la caridad y del amor al prójimo, desarrollar sus fuerzas físicas, educar su cuerpo.

Tambien se ha de observar si los órganos de los sentidos están sanos, ó enfermos para juzgar de las cosas rectamente, y esta consideracion es de suma importancia, porque en la enfermedad suele mudarse todo el orden de las percepciones.

Para esperar asedio, como esperábamos, no se acertó á dejar ir esta gente. Harto mejor fuera estivar las galeras, fragatas y barcos, y de toda la gente inútil y heridos inviarlos á Sicilia, y retener los sanos y gobernarlos de manera que se sustentaran para poder servir. Desta manera se aventuraban á salir las galeras y se deshacía de la gente que empachaba.

Aun con palabras mal empleadas revelaba pensamientos sanos. Un clásico hubiese dicho de ella que era hermosa como Diana, amante como Alcestes, compasiva como Antígona, y, sobre todo, enamorada como Cloe.

Pero, si todo se hace por lisonjear la vanidad de una dama, todo será también vanidad y lisonja, y nada serio habrá en ello ni digno de varón discreto y prudente. Extraños fueron a los sandios enamoramientos que fantaseas los héroes sanos de cuerpo y de alma que hubo en las antiguas edades.

Diciéndome que no debo creer que se mueren los niños... mandándome que no lo crea. ¿Yo?... Si usted me lo afirma, lo creeré, y me curaré de esta maldita idea... Porque... lo digo claro: yo he pecado, yo soy mala... Pues, hija, bien fácil es curarte. Yo te digo que tus niños no se mueren, que tus hijos están sanos y robustos.

Fué obra para en Malta de gran caridad y de harto más provecho para los pobres que nadie podrá creer, sino los que vieron la necesidad que allí pasaron enfermos y sanos. Con toda esta mortalidad no faltaban cada día en casa del Maestre máscaras, danzas y fiestas de damas, y torneos y sortijas, con tanto placer y regocijo como se pudieran hacer al tornar de la jornada con victoria.

Como no tenía nada de gazmoño, la confesión concluyó por ser un diálogo de amigos. Diole consejos sanos y prácticos, hízole ver con palmarios ejemplos, algunos del orden humorístico, la perdición que trae a la criatura el dejarse mover de los sentidos, y le pintó las ventajas de una vida de continencia y modestia, dando de mano a la soberbia, al desorden y a los apetitos.