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Actualizado: 15 de julio de 2025


Esta señora, pequeña y regordeta, con grandes ojos negros sin expresión y dientes grandes también, sanos y amarillos, entraba siempre con un cesto donde guardaba la labor. Sacábala con lentitud, trabajaba media hora en silencio escuchando atentamente todo lo que se decía, y al cabo recogía de nuevo los bártulos y se iba a hacer lo mismo a otra parte.

»Con eso creció en todos la confianza; quise yo darles una bebida, no si purga ó bebida, porque no conocía su fuerza, con lo cual creció el mal; y no sufriendo los ardores de las fiebres ardientísimas, y haciéndose llevar al río, se arrojaron al agua para templar con lo exterior de aquel frío el calor de sus fiebres; y sin otro remedio quedaron todos sanos y salvosHasta aquí el V. P. Lucas.

La fiebre amarilla reinaba, aunque no con violencia, y debo declarar que se condujo con nosotros de una manera bastante decorosa, pues, despreciando los sanos consejos de la experiencia, no sólo tomamos algunas frutas, sino que pasamos los tres días bebiendo licores y refrescos helados.

En la cámara todo era confusión, lo mismo que en el combés. Los sanos asistían a los heridos, y éstos, molestados a la vez por sus dolores y por el movimiento del buque, que les impedía todo reposo, ofrecían tan triste aspecto, que a su vista era imposible entregarse al descanso. En un lado de la cámara yacían, cubiertos con el pabellón nacional, los oficiales muertos.

La sonrisa del viejo despreció estos peligros. Tenía, la certidumbre de que nada malo podía ocurrirle al Mare nostrum. Las furias del mar resultaban impotentes contra él, y menos conseguiría aún la maldad de los hombres. Yo por qué lo digo, capitán... Estoy seguro de que saldremos sanos y salvos de todos los peligros.

En la estación les esperaba el sirviente de la familia de Fraga, Rufino Mejía, uno de esos tipos criollos, sanos de cuerpo y de alma, que tenía en la casa sueldo de gran sirviente y prerrogativas de patrón, bien merecido todo en quince años de leales servicios, durante los cuales no había podido convencerse de que Lorenzo los había vivido también.

Luna recordaba a los viajeros que en tiempos de peste atraviesan el cordón sanitario. Están sanos y contentos; nada delata la enfermedad en sus cuerpos. Pero los gérmenes destructores van en los pliegues de sus ropas y en sus cabellos; conducen la muerte sin saberlo, y la esparcen sin darse cuenta saltando las barreras y los obstáculos.

Hecho este examen, el tío Juan, sin perder un solo rasgo de su gravedad, dice en tono solemne: Caballeros, la pareja..., lo que toca á la pareja, no tiene pero. Son dos rollos de cuatro años, sanos como dos corales.

Finalmente, con algunas frutas ásperas y desabridas al paladar, se recobró á sus fuerzas antiguas, echando Dios su bendición en aquel remedio, más á propósito para enfermar á los sanos que para sanar enfermos.

14 no atendiendo a fábulas judaicas, y a mandamientos de hombres que se apartan de la verdad. 15 Porque todas las cosas son limpias a los limpios; mas a los contaminados e infieles nada es limpio; antes su alma y conciencia son contaminadas. 1 Pero , habla lo que conviene a la sana doctrina: 2 Que los viejos sean templados, venerables, prudentes, sanos en la fe, en la caridad, en la tolerancia.

Palabra del Dia

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