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Actualizado: 28 de mayo de 2025
Los trabajos y fatigas, juntas con ardientísimas fiebres, lo postraban en el suelo, sin tener más médico que la Providencia Divina, ni más remedio que la conformidad con Dios, no hallando ni aun una choza en qué recobrarse en tales lances, expuesto á las injurias del tiempo; pero entonces Dios le llenaba de consuelos el alma, dándole tal vigor á su espíritu que redundaba en el cuerpo, de tal manera que ya ni sentía la enfermedad ni le rendían las fatigas; antes, emprendía los viajes más incómodos y los mayores peligros para traer almas al rebaño de Cristo.
»Con eso creció en todos la confianza; quise yo darles una bebida, no sé si purga ó bebida, porque no conocía su fuerza, con lo cual creció el mal; y no sufriendo los ardores de las fiebres ardientísimas, y haciéndose llevar al río, se arrojaron al agua para templar con lo exterior de aquel frío el calor de sus fiebres; y sin otro remedio quedaron todos sanos y salvos.» Hasta aquí el V. P. Lucas.
Debemos hacer notar que esas abrigadas landas son ardientísimas á ciertas horas del día, puesto que absorben, concentran los rayos solares. La mujer débil se agostaría; y la joven, rica de vida, se inflamaría, herviría, sentiría fiebres temibles. Su cabeza se perdería por los sorprendentes y peligrosos efectos de espejismo que llegaría á ver.
Palabra del Dia
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