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El olor de la cera, el aroma del incienso y la aglomeración de gentes, viciando la atmósfera, promovían inspiraciones largas, suspiros de desasosiego, movimiento de inquietud. En los bancos de alto respaldo había algunas personas dormidas. Otros fieles, haciendo abstracción de la fiesta, se postraban ante altares distintos.

Te mujer: tus ojos entornados con dulce languidez, en su cristal ardiente, retrataban tus sueños de placer; cien ofrendas de amor los hombres todos postraban á tus piés, y te seguí tenaz con la mirada, tu mirada busqué, y largos dias en delirio ardiente tu imágen recordé.

Los príncipes y señores orientales, cuando la victoria encumbraba a los portugueses, se postraban ante ellos y se les sometían medrosos; pero la sumisión era insegura y falsa. De aquí que el imperio portugués en la India fuese más brillante que sólido.

11 Y los espíritus inmundos, al verle, se postraban delante de él, y daban voces, diciendo: eres el Hijo de Dios. 12 Mas él les reñía mucho que no lo manifestasen. 13 Y subió al monte, y llamó a a los que él quiso; y vinieron a él. 14 Y estableció doce, para que estuviesen con él, y para enviarlos a predicar. 15 Y que tuviesen potestad de sanar enfermedades, y de echar fuera demonios.

Todo se hundía, al pronto, en el mismo encantamiento. Hasta los vendedores errantes se postraban junto a su mercancía, donde les tomaba el golpe de badajo. En la plaza, más de uno se terciaba el embozo y se quedaba dormido.

Los tratadistas de las bellas artes participaban de las mismas ideas; pues si bien los del siglo XVI, unos como Francisco de Holanda, se postraban ante el genio de los italianos, y otros, como don Felipe de Guevara, preferían a todo los restos del arte pagano, en cambio los del siglo XVII sin dejar de entusiasmarse con Rafael y el Vinci, declaran categóricamente que el objeto principal de la pintura es la glorificación de la fe.

Los trabajos y fatigas, juntas con ardientísimas fiebres, lo postraban en el suelo, sin tener más médico que la Providencia Divina, ni más remedio que la conformidad con Dios, no hallando ni aun una choza en qué recobrarse en tales lances, expuesto á las injurias del tiempo; pero entonces Dios le llenaba de consuelos el alma, dándole tal vigor á su espíritu que redundaba en el cuerpo, de tal manera que ya ni sentía la enfermedad ni le rendían las fatigas; antes, emprendía los viajes más incómodos y los mayores peligros para traer almas al rebaño de Cristo.

10 los veinticuatro ancianos se postraban delante del que estaba sentado en el trono, y adoraban al que vive para siempre jamás; y echaban sus coronas delante del trono, diciendo: 11 Señor, digno eres de recibir gloria y honra y virtud, porque creaste todas las cosas, y por tu voluntad tienen ser y fueron creadas.