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Buen testigo Que no puede el enemigo Hacer que el color me mude. Desmayo dulce me acaba, Siento aflojarse las fuerzas. JARIFA. ¡Esposo! ABIND. Si no me esfuerzas, Para espirar casi estaba. Cobre aliento el alma mía En tus brazos, dulce esposa.

Amor mío, no me olvides, Que harás la cosa más fiera Que en hombre humano cupiera, Si tu ser al suyo mides; Que no debe de ser hombre: En quien tantas gracias hay... ABIND. ¡Ay! JARIFA. ¿Qué dices, mi bien? ABIND. ¡Ay! JARIFA. Bien merece de ángel nombre. Celindo, Bajamed, Zaro, ¿No he sido yo muy dichosa En ser de tal hombre esposa?

MANIL. Ya, señor, las tres han dado: Hora será de comer, Si por dicha, como ayer, No te quedas olvidado. Deja la melancolía, Come y desecha la pena; Que aunque comas, será cena, Pasado lo más del día. Aunque a Jarifa aguardaras Con la mesa puesta ansí, Era ya tarde. ABIND. ¡Ay de ! Que en sólo el cuerpo reparas; Déjale al alma comer Suspiros, lágrimas, quejas.

ABIND. ¡Cuánto se te muestra franco El cielo, hermoso jardín! Bella guirnalda he tejido, Ciña mis dichosas sienes. Póngase la guirnalda. JARIFA. Galán por estremo vienes. ABIND. Y coronado y vencido. JARIFA. Muestra, pondrémela yo, ¿Qué te parece de ? ¿No estoy buena? ABIND. Mi bien, . JARIFA. ¿Soy tu hermana? ABIND. Mi bien, no; Y en lo que os quiero me fundo. JARIFA. Dime ya tu parecer.

ABIND. ¿De qué me tiene el Rey a tal odio, Si os hace el Rey a vos mercedes tantas? ¿Por ventura soy yo del Rey esclavo? ¿He cometido algún delito inorme Contra sus leyes o real cabeza, Que me manda dejar solo en Cartama Y sujeto al alcaide que aquí viene; Y a vos, que sois mi padre, y a Jarifa, Mi amada hermana, que a Coín se partan?

ZOR. No me puede pesar con más estremo. Forzosa es mi partida, Abindarráez, Y el dejarte en Cartama es más forzoso, En poder del alcaide que aquí viene; Que así lo escribe el Rey y así lo manda. ABIND. ¿Que así lo manda el Rey y así lo escribe? ZOR. Que me parta a Coín con mi familia Me manda el Rey y que te deje solo Aquí en Cartama, mientras Zaro viene, Que ha de ser el alcaide de Cartama.

ABIND. Agora que a mi bien no pone obstáculo La fortuna cruel, y mis pies débiles Los rayos de mi sol llevan por báculo, Que el llanto enjugan de mis ojos flébiles, Haciendo al alma verdadero oráculo, Mis esperanzas, hasta agora estériles, Tendrán, ya libres de otra fuerza bélica, Fin en los brazos de mi esposa angélica.

Vamos donde no nos vea Tratar de nuestro contento, Que aún temo que el pensamiento Visto de sus ojos sea. Mira que me has de querer. JARIFA. Hasta morir te he de amar. ABIND. Pues yo no te he de olvidar. JARIFA. Eres hombre. ABIND. Y mujer. JARIFA. Para ti soy piedra. ABIND. Y yo. JARIFA. Pues no temas. ABIND. Probaré. JARIFA. Quiéreme mucho. ABIND. haré. JARIFA. ¿Ya no soy tu hermana?

ZARO. Aunque el Alcaide tenemos Por legítimo señor, De tu crianza el amor Y obligación conocemos. Quien te tuvo por su hermano, No será dificultoso Que te tenga por su esposo. JARIFA. Da, esposo, a todos la mano. ABIND. Los brazos les daré. Aquí Podréis estar a placer, Viendo esta fuente correr.

ABIND. Ya que no me amáis, señora, Como antes, de amor tan llano, Cual era el de vuestro hermano, Habladme más tierno agora; Decidme lo que sentís, Jarifa hermosa, y creed Que me hacéis mayor merced Cuanto más de os servís: Ya pasó el temor cobarde Que la hermandad nos ponía; Habladme, Jarifa mía, Más tierno, así el Cielo os guarde. JARIFA. ¿Qué te tengo de decir?