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Este coronel, siempre héroe, siempre entusiasta de las cosas de su profesión dijo Atilio Castro con sonrisa burlona. El llamado coronel se colocó casi de un salto, á pesar de sus años, junto á la ventana lateral más próxima. Alcanzaba á ver sobre el follaje del gran jardín en declive una pequeña sección del ferrocarril de la Cornisa sumiéndose en la boca ahumada de un túnel.

No eran ciertamente modelo de elegancia ni de comodidad, como Isidora tuvo ocasión de advertir al tomar posesión de una mesa coja y trémula, de una silla ruinosa, y al ver los burdos manteles y el burdísimo empaque de la mujer sucia y ahumada que salió a servirles.

Entonces me acordé del recurso que el atalayero solía emplear para comunicarse con los pescadores a gran distancia: el hacer la ahumada. Me registré los bolsillos; tenia fósforos. Allí no había paja, pero zarzas.

Tanasio, el primogénito, se agasajaba en el desván, y Celipín, que era el más pequeño de la familia y frisaba en los doce años, tenía su dormitorio en la cocina, la pieza más interna, más remota, más crepuscular, más ahumada y más inhabitable de las tres que componían la morada Centenil.

D. Francisco de Bruna Ahumada oidor decano de la real audiencia de Sevilla y Alcaide del Real Alcázar de dicha ciudad, autorizado al efecto por el Conde de Floridablanca, fueron trasladadas á la colección que se formó á fines del siglo anterior en el citado Alcázar y que hoy forma parte del Museo provincial de Antigüedades. El Sr.

Cierta gravedad oficial, la tez marchita y como ahumada por los reverberos, no qué inexplicable matiz de satisfacción optimista, la edad tirando a madura, signos eran que denotaban hombres llegados a la meta de las humanas aspiraciones en los países decadentes: el ingreso en las oficinas del Estado. Uno de ellos llevaba la voz, y los demás le manifestaban singular deferencia en sus ademanes.

Salvador reconoció la puerta de la casa que buscaba, y acercándose, preguntó si vivía allí el señor Pedro López, por otro nombre Tablas. Mientras el hombre se limpiaba el sudor, la hembra de los parches contestó que . La tiendecita ahumada donde estaba el puesto de buñuelos y aguardiente comunicábase con una lonja grande y espaciosa, donde había espléndido comercio de carne y salchichería.

Hacia el anochecer, después de haber dado la vuelta á escarpados peñascos, dejando tras de numerosos barrancos, salvando, á saltos de piedra en piedra, bastantes ruidosos arroyuelos, llegué á la base de un promontorio que dominaba á lo lejos rocas, selvas y pastos. En su cima aparecía ahumada cabaña, y á su alrededor pacían las ovejas en las pendientes.

A un lado hay una puertecita interior que comunica con la cocina, estrechísima y ahumada; en el fondo hay otra que conduce á la alcoba, y mas adentro se ve un dormitorio para los muchachos y alguna despensa ó cuarto particular.

Desde lo alto de las cimas me mostraba los valles, me trazaba el curso de los torrentes, y después, de regreso en nuestra cabaña ahumada, me contaba la historia del país y las leyendas locales. En cambio, yo le explicaba también cosas que no comprendía y que ni siquiera había deseado comprender nunca; pero su inteligencia se abría poco á poco, y se hacía ávida.