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Actualizado: 21 de junio de 2025


No, no precisamente por eso... mi corazón ni os acoge ni os rechaza... pero... os lo repito... nuestros amores son imposibles. Habéis dicho nuestros amores. He querido decir contestó con impaciencia la dama que el logro de vuestros amores es imposible. Os disgusto y lo siento. Pues bien, no me habléis más de amor. Callaré; pero una palabra, una sola palabra: ¿no podré veros?

Me preguntásteis, no ha mucho, dijo, mi opinión acerca de vuestra salud. Así lo hice, respondió Dimmesdale, y me alegraría conocerla. Os ruego que habléis francamente, sea cuál fuere vuestra sentencia. Pues bien, con toda franqueza y sin rodeos, dijo el médico ocupado aun en el arreglo de sus hierbas, pero observando con circunspección al Sr.

Para no extraviarse en la apreciacion de las manifestaciones sociales de este pueblo, es indispensable saber cómo este pueblo vive. Despues de un dia de diligencia y de trabajo, el hombre francés come y viene al café, como quien asiste á un recreo. No le hableis ahora de nada sério, de nada grave, de nada moral. No le hableis de nada que pueda preocuparle y alterarle la digestion.

No, señor; no habléis en eso, Que vuestra será la culpa: Yo la mujer que tengo. ¿A dónde vais? A la puerta. ¡Qué ciego venís, qué ciego! Por aquí habéis de salir. ¿Conoceisme? Yo os prometo Que á no conocer quién sois, Que bajáredes más presto; Mas tomad este arcabuz Ahora, porque os advierto Que hay en el monte ladrones Y que podrán ofenderos Si, como yo, no os conocen; Bajad aprisa.

Que no os haga doña Catalina hacer una locura; yo que vos me escondía. Pues ved ahí, yo voy ahora más que nunca á darme á luz. Pero guiad, hermano, guiad. El bufón desandó lo andado, llegó frente á una puerta y dijo: Aquí es. Esperad, esperad y no habléis; reconozcamos antes el campo. En palacio es necesario andar con pies de plomo. Paréceme que hablan en la cámara. Pues escuchemos.

Francamente, no puedo hacerme a estas costumbres nuevas... Escribir a un periódico... Poner un anuncio... ¡Y qué anuncio!... Gracias, abuela, gracias de todos modos exclamé con transporte. No hay de qué respondió la abuela. Pasa por el mundo entero una especie de viento de locura... No me habléis más de todo esto concluyó volviéndonos la espalda.

Sentáos dijo Quevedo con voz vibrante ; sentáos y no espantéis la caza: yo os vengaré. ¿Pero es cierto? dijo con angustia Montiño, que se sentó. Certísimo; pero no habléis con ese tono compungido. Vos no sabéis nada; estáis almorzando alegremente. Comed. ¡Imposible! aunque no me ahogase la pena, me ahogaría ese pastel... ¡Mozo! ¡un real de olla podrida! dijo una voz estentórea al fondo del salón.

¿Y qué queréis? no somos libres: no nos pertenecemos. Tratándose de vos, yo soy enteramente libre. Pertenecéis á doña Clara. Decidme... apartáos de ella... no es necesario que me lo digáis... Yo no os diré eso jamás. Harélo yo... os seguiré. No me seguiréis... os lo juro. ¿Y por qué? Porque no debéis seguirme. No me habléis de deber, cuando se trata de amaros... ¿no os debo la vida?

El viejo aparentará conformarse, os sonreirá, si conviene; pero estad seguros de que en aquel momento os odia; estad seguros de que una sonrisa de hiel vierte una lágrima sobre su corazon. ¡Ay del mundo, si se rociára la cabeza con aquella lágrima! No le hableis al viejo del sepulcro, por la misma razon que no debeis hablar al niño de la cuna.

¿Sabéis que ya me incomoda el que me habléis tanto de mi mujer? Como que estoy enamorado de ella... Vos no amáis más que á esa comedianta que os tiene vuelto el juicio... Puede ser, porque tratándose del juicio de los hombres, no conozco cosa que tanto se lo vuelva como las mujeres.

Palabra del Dia

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