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El puesto aventajado les confianza, olvidados de que nuestras espadas penetran defensas y reparos inexpugnables. Conozco esta gente vil que donde quiera les ha de alcanzar el rigor de nuestra justa venganza. Dicho esto hizo cerrar su infantería de almugavares, y el con sus pocos caballos envistió las tropas de la caballería enemiga.

Á sus dos compañeros, que por primera vez se hallaban en un castillo, les parecían aquellos gruesos muros del todo inexpugnables, y veían con asombro el número de centinelas apostados en puertas, murallas y almenas, sin contar los soldados del cuerpo de guardia situado cerca del puente levadizo, que limpiaban sus armas, cantaban ó hablaban con sus mujeres é hijos en el ancho pórtico.

Reía con la alegría de una vejez sana y plácida; sus sesenta años, como ella afirmaba, estaban limpios de todo daño al semejante. Su lenguaje era algo irrespetuoso y libre, como de mujer que ha visto mucho y no cree en las majestades humanas ni en las virtudes inexpugnables.

Estos, acostumbrados á que las columnas españolas cuando la guerra de Independencia, para atravesar aquellos caminos tenían que ir protegidas por el fuego de la artillería, se creían inexpugnables en aquellas fortalezas naturales, y sostuvieron largo rato el fuego; pero pronto abandonaron sus posiciones, entregándose una vez más á su sport favorito: correr para ponerse á prudencial distancia de las balas del ejército.

Los recios muros, que parecían inexpugnables, estaban convertidos en escombros, el hielo proverbial se había fundido. »El conquistado paladín, al verme dueña y señora de su última trinchera, reclamó el derecho de tomar el desquite en la que me restaba de las mías, y reconocísele yo de buena gana. Comenzó el asalto; pero no necesitó grandes esfuerzos, porque bien pronto me declaré rendida.

Una orden llegada de Guantánamo hizo que la columna regresara á esa ciudad, y al siguiente día entraba en ella, donde permaneció dos días descansando. Bien se lo merecían aquellos bravos soldados que supieron tomar al enemigo posiciones que siempre fueron creídas inexpugnables por todos que las conocían.

Penetrar los misterios de aquella arca santa; ver lo que existía dentro de aquel venerable estuche de recogimiento, de piedad, de silencio, de modestia, de santa unción; acercarme y coger con mis manos aquella imagen celestial de mujer canonizable; alzarle el velo y mirar si había algo de humano tras los celajes místicos que la envolvían; coger para lo que no estaba destinado a ningún hombre y apropiarme lo que todos habían convenido en que fuese para Dios... ¡Qué inefable delicia, qué sublime encanto!... ¡Ay!, fingí, engañé, burlé... Maldita familia... Luchar con ella es luchar con toda una nación... Para atacarla toda la inteligencia y la astucia toda no bastan... Mil veces sea condenada la historia que crea estas fortalezas inexpugnables.

La poderosa ciudad de Berna nació de la misma aspiracion, siendo de notarse la semejanza de posicion de Friburgo y Berna, ámbas ocupando inexpugnables penínsulas formadas por rios profundos y dotadas de fuertes medios de defensa estratégica.

Luego la hermoseó con templos y palacios espléndidos y con casi inexpugnables fortalezas. Tal fue el maestro de Palmira. Al volver victorioso de los persas y antes de entrar triunfante en la ciudad, tuvo en el desierto un raro coloquio con dos genios: el de la vida y el de la muerte: y logró la inmortalidad, ó al menos una prolongadísima duración de la existencia propia.