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En la cruz de sus recios gavilanes las católicas luces nos traía, en sus fuertes aceros la hidalguía, en sus pechos, olímpicos afanes. Estoicos, en el ciclo de sus penas conquistaron sus glorias de soldado, y al sellar con la sangre de sus venas su epopeya brillante y espartana, nos dejaron el dúplice legado de su habla hermosa y de su fe cristiana.

ELOY. Yo dormía y soñaba que acababa de ser nombrado presidente de la Comisión de Presupuestos, cuando unos golpes retumbaron en la puerta; recuerdo que, medio dormido, murmuré: «¡Levántate, Julia...! ¡Es el correoJulia es mi mujer. Los golpes se hicieron más recios; mi compañera fué a abrir con una precipitación que me asombró.

El claustro, obscuro, enorme, conmovíase con una música misteriosa que parecía venir de muy lejos, al través de los recios paredones. Era Chopin, que, inclinado ante el piano, componía sus Nocturnos.

Acababa de comprobar una vez más que, a la primera mención de los prodigios de una humilde enclaustrada, todos los otros temas decaían; y los más recios hidalgos, orgullosos de sus linajes, de sus caudales, de sus cicatrices, inclinaban la cabeza como empequeñecidos ante la sublimidad de la gloria penitente.

Hundióse Roma; retembló su suelo; se escuchó el estertor de su agonía, y esparcieron sus restos funerales del Septentrión los recios vendavales.

Pero Correa casado con una cuñada de Colón, encontraba en la isla de Puerto Santo un madero labrado en la misma forma, además de varias cañas tan gruesas, «que en un cañuto de ellas podían caber tres azumbres de agua o de vino». Los vecinos de la islas de los Azores, siempre que soplaban recios vientos de Poniente o Noroeste encontraban en sus playas grandes pinos arrastrados por las olas.

Recios, secos e intermitentes charrasqueos del abanico de la novia. Al fin volvió a hablar la primera, y dijo a la segunda, sin borrar de su cara la expresión maliciosa: ¿Y para contarme esto solo me has traído tan acá y tan a escondidas, cuando podías haberlo publicado a gritos en medio de la tertulia..., y de seguro lo publicarán mañana los periódicos en sus crónicas de salones?

Va él en persona, da recios golpes a la puerta de la casa, que permanecía cerrada, y que, atónitos los de adentro, no aciertan a abrir. Una patada del ilustre general la echa abajo, y expone a su vista esta escena, una res muerta que desollaba el dueño de la casa, que a su vez cae también muerto a la vista terrífica del general ofendido .

Va a partir el tren. Ha tintineado un largo campanillazo; suenan los recios y secos golpes de las portezuelas. Las dos viejas han acomodado sus cuatro cestas y sus dos sacos sobre y bajo los bancos. Lo más delicado va encima; y son dos cestas llenas de jarrones y figurillas de escayola sobredorada. Se trata de encargos que ellas portean de retorno para los vecinos del pueblo.

Los había con grandes barbas, recios capotes, altas botas y gorro de piel, relatando la leyenda al pie del retrato, sus viajes por el Norte de las Rusias, sus arriesgadas expediciones en países de hielo. Otros vestían la bota floreada de la aristocracia china: habían sido mandarines, llegando á aconsejar á individuos de la dinastía Celeste.