United States or Bahamas ? Vote for the TOP Country of the Week !


Pero la Virgen de la Esperanza y Jesús del Gran Poder los estaba viendo desde sus primeros años, y a éstos que no se los tocasen. Su sensibilidad de rudo mocetón conmovíase ante el dolor teatral de Cristo con la cruz a cuestas, el rostro sudoroso, angustiado y lívido, semejante al de algunos camaradas que había visto tendidos en las enfermerías de las plazas de toros.

De vez en cuando chocaba la barca con algún árbol invisible; conmovíase el bote, como si fuese a estallar, y había que retroceder, dar un rodeo, buscando otro paso. Deslizábanse lentamente por temor a los choques; iban de un lado a otro, evitando los obstáculos, y acabaron por desorientarse, no sabiendo ya a qué lado estaba el río. Por todas partes obscuridad y agua.

En las acequias conmovíase la tersa lámina de cristal rojizo con chapuzones que hacían callar á las ranas; sonaba luego un ruidoso batir de alas, é iban deslizándose los ánades lo mismo que galeras de marfil, moviendo cual fantásticas proas sus cuellos de serpiente. La vida, que con la luz inundaba la vega, iba penetrando en el interior de barracas y alquerías.

Conmovíase la catedral con la proximidad de la procesión. Sonaban las puertas de las sacristías al abrirse y cerrarse con estrépito; iba la gente atareada de un lado a otro. En aquella vida reposada y monótona, el incidente anual de una procesión que había de recorrer varias calles causaba iguales trastornos y ocupaciones que una expedición aventurada a países lejanos.

Y la señora, sin dejar de mirar a Gallardo con ojos tiernos, conmovíase de gozo y una risa estrepitosa agitaba las ondas de grasa de su cuerpo. Continuó su lección el extranjero, con una tenacidad de hombre enérgico. No había que desaprovechar el tiempo. Quería verse cuanto antes en la plaza de Madrid, conquistando todas aquellas cosas que le prometía el maestro.

Yo, en agradecimiento, te guardaré un rinconcito para cuando subas.» Y la pobre mujer conmovíase tanto al soñar despierta, que las lágrimas titilaban en sus ojos, haciendo brillar las pupilas sin vida. ¿Ahora Hora usted...? preguntaba Tónica . Pero ¿qué le pasa? Nada, absolutamente nada.

Un día, después de muchas vacilaciones, lo vendió el marqués para la plaza de Pamplona, y asistió a la corrida. El de Moraima conmovíase recordando el suceso; sus ojos se ponían mates con el empañamiento de la emoción. No había visto en su vida toro como aquel.

Y el pobre muchacho conmovíase ante este cuadro de futura felicidad; y así como antes el dolor le hacía llorar, ahora suspiraba con angustia a causa de la alegría.

Habían pasado muchos meses, y el tabernero conmovíase aún recordando el suceso. Me lo trajeron a casa en hombros, señor Juan, lo mismo que a usted lo han llevado muchas veces, aunque sea mala la comparación. Ya ve usted si valdrá el chico... Sólo le falta un arrimo: que usted le eche una mano. Y Gallardo, para librarse del tabernero, le contestaba con vagas promesas.

Y el silencio monacal de la casa del hermano Vicente conmovíase escandalizado por una lluvia de ruidosos besos y por los suspiros de pasión que acompañaban a los fuertes abrazos. Al colocar la mesa de comedor, sentáronse frente a frente; pero arrepentidos de establecer entre los dos este obstáculo, diéronse las manos por encima de ella, mientras por debajo se buscaban los pies.