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El empuje de la ola al avanzar y la violencia con que se arrastra al retirarse son tales, que ninguna fuerza humana puede vencerlos. Por último, después de algunas horas de mortal angustia, la quilla del Rayo tocó en un banco de arena y se paró.

No contento el gran navegante con haber encontrado el paso que lleva su nombre y de hollar con su planta la tierra del Fuego, puso rumbo por el ancho mar en busca de nuevas empresas. Largo todo el capo, la quilla de la Capitana, levantó hirviente espuma en el Océano Pacífico, dirigiendo Magallanes el timón aun más allá que veía en su atrevida imaginación.

Apenas hubo dicho esto, cuando sentimos que el navío tocaba por los lados y por la quilla como en movibles peñas, por donde se conoció que ya el mar se comenzaba a helar, cuyos montes de hielo, que por dentro se formaban, impedían el movimiento del navío.

No distaba ya de ellas sino algunos pasos, cuando un esfuerzo supremo le llevó hasta cerca de la ribera para que su vida al menos quedase asegurada. Tomó entonces un impulso vigoroso y saltó sobre el declive de la costa, rechazando con el pie á pesar suyo la abandonada barca, que fué inmediatamente arrastrada por encima de los arrecifes y vino á vogar en el estanque con la quilla al aire.

Siguieron unos momentos de espera y luégo se sintió en todo el barco el roce de la quilla sobre las rocas. Una de éstas, cuya punta proyectaba oblícuamente, raspó con fuerza el costado del casco, arrancándole largas astillas.

Esta averiguacion y exámen no se debe hacer en faluas ni pequeñas embarcaciones de quilla, mas en canoas, porque encontrando estas obstáculos en el rio, se sirgan con facilidad, pasándolas por encima de los arrecifes, y si encuentran saltos, se descargan y arrastran por tierra hasta vencer las dificultades en donde se vuelve á cargar; lo que no se puede practicar con embarcaciones de quilla.

Y Maltrana, borracho, señalaba el mar obscuro, increpándolo con una furia cómica... Pasaban sobre su lomo, lo arañaban cruelmente con la quilla, bien comidos, el pensamiento en reposo, los miembros en huelga, y él se vengaba de este rudo despertar enviándoles un hálito excitante que esparcía el deseo y la locura.

Llevónos la galerna, en un decir Jesús, á dos cables de San Pedro del Mar; y cuando contábamos que no pararíamos hasta embarrancar en la arena, un maretazo, como yo no he visto otro, nos puso la lancha quilla arriba. Al salir yo á flote, de todos mis catorce compañeros no quedaba más que éste, á unas seis brazas de .

La larga ondulación oceánica se convertía en ola rabiosa al encontrar los baluartes avanzados de sus islotes, al desplomarse en el vacío de sus abismos, formando cascadas de espuma que rodaban de abajo á arriba, levantando furiosas columnas de polvo con estampido de cañonazo. Una mano irresistible agarró la quilla, poniendo la embarcación verticalmente.

Pues en la Variante se cuentan las cosas de otro modo: Hero visitaba a Leandro, no pasando el Helesponto a nado, sino en un barquichuelo, y a la vela. Un día se le puso el esquife quilla al sol, y Leandro, que lo presenciaba, se arrojó al mar y sacó a Hero medio asfixiada y hecha una sopa. En aquella soledad no había con qué socorrerla.