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Oh , que de tu vida en la mañana Te meces en el valle tan lozana: Que sea tu cabeza bendecida Sobre la dura almohada de la vida; Que recorras tu plácida alborada Por angélicas voces arrullada; Que el viento de la dicha infle tu vela Mientras la luna del placer riela; Y que si acaso un dia, negro velo Míras estender sobre tu cielo, Veas llegar á tu arca placentera La paloma de dichas mensagera Para anunciarte en tu hombro reclinada: «La tempestad se ya apaciguada, «La luz del sol de nuevo te ilumina «Y las flores esmaltan la colina; «Tersa se la frente de tu rio «Y no hay en él ni un áspero bajío: «Mucho vagaste niña por los mares: «Al fin reposarás entre tus lares, «En la ribera nítida y risueña «Que allá en el horizonte se diseña, «Do encallará tu barca suavemente «Como del manso arroyo la corrienteOra, hija mia, lejos de huracanes Duerme agena de míseros afanes Mientras tu madre tu cabeza pura Bautiza con sus gotas de ternura, Las que tu padre enjuga blandamente Al deponer un ósculo en tu frente, Dejando en esas lágrimas escrita Una dulce palabra: «¡Eres bendita

¡Y esta puerta, que siempre estuvo franca para los desvalidos, ciérrase agora! ¡No heredaron los hijos la honrada ley de los padres! Catailos los amos. Murió la madre, y el padre fuese por el mundo, dejándolo todo. En la ribera del mar lo topamos que iba con la cabeza descubierta a la lluvia. ¡Clamaba por la muerte! Todo lo dejó para ser pobre como nosotros y tener su silla de oro en el Cielo.

La ribera del lado derecho ó N. E. es triste y desapacible, y en sus rocas abruptas y elevadas, de estratificacion caliza, que las ondas golpean con violencia, se ve casi reinar la soledad, porque los puertos son rarísimos y la poblacion escasa. Pero del lado S. O. el aspecto de la ribera y las colinas y montañas circunvecinas es pintoresco y animado.

Un interesante estudio histórico publicado por don Félix Cipriano Zegarra en la Revista Peruana, en 1879, nos ha convencido de que la virreina que estuvo en Lima se llamó doña Francisca Henríquez de Ribera. CRÓNICA DE LA

No era su aparición igual a la de las ciudades situadas en altas costas, que se dejan ver horas antes de llegar a ellas. Situada en una ribera baja, los buques la distinguían cuando ya estaban junto a ella.

El contraste es muy sensible si se aleja uno de la cascada para subir hasta el mirador que se encuentra sobre el borde de la roca poderosa que se destaca sobre la ribera del lago. Desde allí se abarca con la mirada un paisaje soberanamente bello.

Ya se contemplan con recogimiento los severos cuadros de Ribera, profundamente filosóficos; ó se admira la frescura lozana de las creaciones de Alonso Cano.

Otras mañanas se dirigía al jardín de la ribera de Chiaia por los mismos lugares que había pisado yendo con Freya. Esperaba verla aparecer de un momento á otro. Todo lo que le rodeaba tenía algo de ella. Arboles y bancos, aceras y candelabros eléctricos, la conocían perfectamente, por hallarse en su camino habitual.

La primera... casi por casualidad... luego, porque quise convencerme de ello. Y ella dice Vd. que se llama Engracia... ¿eh? El número no lo recuerda... No tiene pierde, como vulgarmente se dice. Es la casa que hace esquina a la calle de la Pasión y la Ribera de Curtidores.

Ester le dijo á Perla que corretease por la ribera del mar y jugara con las conchas y las algas marinas, mientras ella hablaba un rato con el hombre que estaba recogiendo hierbas á cierta distancia; por consiguiente, la niña partió como un pájaro, y descalzándose los piececitos empezó á recorrer la orilla húmeda del mar.