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Desnudola el infeliz, lleno de angustia; y, a buena cuenta, la dio unos fregoteos de arriba abajo con unos herbachos secos que había a sus alcances: lo que me ha dado ocasión para pintar una escena muy notable del género naturalista, que es el que impera hoy en todas las manifestaciones del arte... Resultado, que la chica vuelve en ; que se pasa la mañana con el chico; que, en tanto, se le va secando la ropa al sol; que se la viste al fin, y que arreglado también el barquichuelo por el diligente y placentero galán, Hero se vuelve a su casa tan despreocupada y campante como si no hubiera roto un plato... Tampoco en este cuentecillo, considerado aisladamente, hay cosa en que pueda cebarse la malicia del lector al primer golpe; pero vaya usted observando que el cuento sigue inmediatamente, en el orden de colocación en el periódico, a la relación del percance del jueves; y va seguido, a su vez, de esta noticieja, que no puede ser más inocente: «Dentro de muy pocos días llegará a Villavieja un acaudalado, culto y distinguido joven, ciudadano de una de las más florecientes repúblicas hispano-americanas, e hijo de dos ilustres villavejanos, cuyos deudos y tierra nativa viene a conocer el ilustre viajero, después de haber recorrido lo más digno de verse en Europa.

Hero y Leandro fueron dos personajes imaginarios también, como el pájaro fénix. Hero una zagala y Leandro un zagal, vivían separados por el Helesponto, un brazo de mar, casi mar. Hero y Leandro se amaban, y Leandro de costa a costa nadando para echar un párrafo con Hero. En una de éstas, se enfurruñaron las aguas y pereció Leandro.

El poeta ha sabido entrelazar artísticamente con otras esta sencilla combinación, de tal suerte, que el conjunto resulta interesante, sin ofrecernos ocasión alguna de censurar las deplorables singularidades, que deslustran á las demás comedias suyas. El drama de Mescua, titulado Hero, que Calderón menciona con elogio al principio de su Dama duende, no existe ya, según se presume.

Ni Hero y Leandro, ni Píramo y Tisbe, ni Lanzarote y Ginebra, ni Tristán e Iseo, ni Paolo y Franchesca, ni Abelardo y Eloísa, ni Diego Marsilla e Isabel de Segura, ni Julieta y Romeo, ni Calixto y Melibea, ni Dante y Beatriz, ni Petrarca y Laura estuvieron nunca casados.

Pues en la Variante se cuentan las cosas de otro modo: Hero visitaba a Leandro, no pasando el Helesponto a nado, sino en un barquichuelo, y a la vela. Un día se le puso el esquife quilla al sol, y Leandro, que lo presenciaba, se arrojó al mar y sacó a Hero medio asfixiada y hecha una sopa. En aquella soledad no había con qué socorrerla.

Tecla, Hero, Irsa, Angélica... no, demasiado empalagoso: con cualquiera de esos nombres, ella no pescaría para marido sino un empleadito sin fortuna... o bien, Rosaura, Carmen, Beatriz, Wanda... tampoco, demasiado ardiente: ella huiría con el primer regidor que se presentara, porque si sigue siempre la suerte del nombre que se lleva... En fin, encontré Yolanda.

La tercera de misma, fecha en 1626. La casa del tahur, con licencia de 1621. Auto de la Inquisición. Representóse en esta corte año de 1624. Auto de la jura del Príncipe. Hízose en los carros de Madrid, año de 1632. D. Agustín Durán poseía: Los carboneros de Francia, de Mescua, copia de 7 de marzo de 1608, y además: Hero y Leandro. Cuatro milagros de amor, y El clavo de Joel, del mismo.

That Lope did not approve entirely of the higher social life of his time is brought out all through the play and revealed in the hero, for the contemporaries and friends of the latter considered him an original. But in him we find more nearly the common Spanish conception of chivalry and honor.

En esta noticia dijo Maravillas a su padre , no hay nada, absolutamente nada de particular; de particular malicioso, se entiende: la relación, hasta galante y cortés, del caso que se refiere de público en la villa. Pues enseguida viene la Variante histórica... fíjese usted bien, histórica, a la fábula de Hero y Leandro.

Ofelia, Desdémona, Julieta, Miranda, Beatriz, Hero, Lady Macbeth, Otelo, Hamlet, Shylock, Falstaff, Yago y tantos otros, viven en la mente de los hombres con mayor firmeza y consistencia, que los más ilustres y claros varones que fueron en realidad: que todos los gloriosos sabios, héroes, políticos y capitanes que vivían en el mundo, mientras que estos personajes fantásticos iban saliendo del cerebro de Shakspeare, provistos ya del elixir de perpetua juventud y vida, desde el año de 1589 al de 1614.