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En los ventorrillos de la campiña, en las chozas de carboneros de la sierra, en todas partes donde se juntaban hombres para beber, él lo pagaba todo con largueza. En las tabernas de Jerez organizaba juergas de estruendo, abrumando con su generosidad a los señoritos.

Los leñadores y carboneros que trabajaban por la parte de Vernel y los pescadores del río Lande, suspendían momentáneamente sus tareas para dirigirse interrogadoras miradas; pues aunque el sonido de las campanas de la abadía era tan familiar y conocido por aquellos contornos como el canto de las alondras ó la charla de las urracas en setos y bardales, los repiques tenían sus horas fijas, y aquella tarde la de nona había sonado ya y faltaba no poco para la oración. ¿Qué suceso extraordinario lanzaba á vuelo, tan á deshora, la campana mayor de la abadía?

Porque sus manos están donde debían estar sus pies. ¿Porqué los molineros llevan sombrero gris y los carboneros 25 negro? Por cubrirse la cabeza. ¿En qué se parecen las mujeres a los montes? En que tienen faldas. ¿Qué fue lo último que consiguió Isabel la Católica? Morirse. 30 ¿En qué se parecen las pesetas a los zapatos? En que se gastan.

Leonor se oculta de nuevo entre los carboneros, de los cuales sólo el viejo Laurencio, en cuya casa habita, conoce el secreto de su nacimiento. La noble conducta de D. Juan conmueve su corazón, y nacen entonces entre ambos tiernas relaciones, visitándola él en secreto con frecuencia.

En efecto; a medida que el día avanzaba se veían más grupos de personas que venían por los distintos senderos de la sierra. En el valle había varios centenares de hombres reunidos: leñadores, carboneros, almadieros, sin contar las mujeres ni los niños.

9 Los carboneros de Francia, del Dr. Mira de Mescua. 10 Cómo nació San Francisco, de D. Román Montero y D. Francisco de Villegas. 11 La discreta venganza, de D. Agustín Moreto. 12 Contra la fe no hay respeto, de D. Diego Gutiérrez. 1 El médico pintor S. Lucas, de D. Fernando de Zárate. 2 El Rey Don Alfonso el Bueno, de D. Pedro Lanini Sagredo.

Sucede casualmente que el Rey, extraviado en una cacería, y sin haber visto á su hermana, viene á parar á la choza de los carboneros, y concibe por la bella Leonor una pasión violenta. Comisiona entonces á D. Juan para seducirla; la crítica posición, en que se encuentran entonces los dos amantes, da origen á las situaciones más conmovedoras é interesantes.

Había traído de su larga temporada en Niza una tez pálida y lustrosa, una tez de monja en clausura; pero ya estaba obscuro como los demás, con la cara bronceada y curtida por el aire del mar y el sol africano de la isla. Vivía en la montaña, en una casucha inmediata a los bosques de pinos, cerca de los carboneros que proporcionaban combustible a su fragua. Esta no se encendía todos los días.

La tercera de misma, fecha en 1626. La casa del tahur, con licencia de 1621. Auto de la Inquisición. Representóse en esta corte año de 1624. Auto de la jura del Príncipe. Hízose en los carros de Madrid, año de 1632. D. Agustín Durán poseía: Los carboneros de Francia, de Mescua, copia de 7 de marzo de 1608, y además: Hero y Leandro. Cuatro milagros de amor, y El clavo de Joel, del mismo.

Unos bultos humanos, negros y agachados en los matorrales, le hicieron llevar la diestra a la culata de la escopeta para descolgarla del hombro. Eran carboneros que apilaban leña. Al pasar Febrer junto a ellos le miraron con ojos fijos, en los que creyó notar algo extraordinario, mezcla de asombro y curiosidad. ¡Bonas tardes tenguin!