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Arqueros de la Selva de Balsain, montañeses y cazadores de Vernel, Dunán y Malvar, hombres de armas veteranos y bisoños y nobles caballeros ganosos de prestigio, dirigíanse todos á Salisbury, desde las riberas del Avón hasta las del Lande, para alistarse bajo la bandera de las cinco rosas gules de Morel.

El príncipe que el Cielo habia destinado para esposo de Doña Juana, habitaba entonces un suntuoso palacio en Lande, pueblo del Tirol; mas cerciorado de la venida de su cara prometida, abandonó este, dirigiéndose con la mayor velocidad á Lieja, donde tuvo el placer de admirar la belleza de la infanta, despues de haberla esperado impaciente en esta ciudad trece dias.

Más allá la anchurosa ría del Lande, el vetusto pozo de piedra, la capilla de la Virgen y en la esplanada frente al convento el grupo de blancos hábitos, aquellos amigos de su adolescencia, que al verle detenido renovaron sus saludos. Dos lágrimas surcaron las mejillas de Roger, que suspiró profundamente y volvió á emprender su jornada.

Veamos: desde esta ventana se divisa la desembocadura del Lande y más allá unas cuantas velas de barcos pescadores que han cruzado la barra y salido al mar. Supongamos que en lugar de volver esta noche al puerto, continuasen esas barcas su viaje por días y días en la dirección que ahora llevan. ¿Sabes á dónde llegarían?

Al rayar el alba se embarcaron hombres de armas, arqueros y servidores en anchas barcas que los esperaban en la ría del Lande y pasando frente al pintoresco pueblo de Esbury llegaron á la rada de Solent y al puerto de Lepe, donde debía de efectuarse su embarco en la galera del rey.

Los leñadores y carboneros que trabajaban por la parte de Vernel y los pescadores del río Lande, suspendían momentáneamente sus tareas para dirigirse interrogadoras miradas; pues aunque el sonido de las campanas de la abadía era tan familiar y conocido por aquellos contornos como el canto de las alondras ó la charla de las urracas en setos y bardales, los repiques tenían sus horas fijas, y aquella tarde la de nona había sonado ya y faltaba no poco para la oración. ¿Qué suceso extraordinario lanzaba á vuelo, tan á deshora, la campana mayor de la abadía?