United States or Guernsey ? Vote for the TOP Country of the Week !


Muy licenciosa hubo de ser aquella edad en que todos los sueños caballerescos de la Edad Media, las disquisiciones de la corte de amor y las apasionadas ternuras de los héroes de la Tabla Redonda, de Lanzarote y Ginebra, de Tristán e Iseo, se mezclaban con el ansia de vida y de goces y con la adoración anhelante de la hermosura plástica que el resucitado gentilismo había despertado y movido.

Por dos veces la había contemplado Maltrana cerrando los ojos, con su piel pálida, sus ojos negros y fríos que brillaban hacia adentro, sus caderas de eterna creadora y sus pechos amargos: cuando el salvaje Sigmundo habla a la walkyria que le anuncia la muerte; cuando la desesperada Iseo se enrosca de dolor y se mesa los cabellos, agitados por el viento del mar, ante el cadáver de Tristán.

Al verla Fernando en el piano, había sentido curiosidad por conocer su música. ¡Tal vez una romanza dulzona y sensiblera de opereta!... Y aún le duraba la sorpresa que había experimentado al escuchar las grandiosas frases del dolor de Iseo. Debe tener una voz magnífica, ¿no lo cree usted, Isidro?... Quisiera ser su amigo... Usted debe conocerla.

El francés fué en busca de Karl, mal repuesto aún de la terrible sorpresa, y le dió un caballo para que se trasladase inmediatamente á la estación de ferrocarril más próxima. Se alejó de la estancia, pero no permaneció solo mucho tiempo. Transcurridos unos días, «la romántica» se marchó detrás de él... Iseo «la de las blancas manos» fué en busca del caballero Tristán.

No estuvieron sus labios junto a los de ella el tiempo que los de don Tristán de Leonís y la reina Iseo, de los que dice el antiguo romance: Tanto estuvieron unidos cuanto una misa rezada.

Y también se atreverán a decir que es mentirosa la historia de Guarino Mezquino, y la de la demanda del Santo Grial, y que son apócrifos los amores de don Tristán y la reina Iseo, como los de Ginebra y Lanzarote, habiendo personas que casi se acuerdan de haber visto a la dueña Quintañona, que fue la mejor escanciadora de vino que tuvo la Gran Bretaña.

Ni Hero y Leandro, ni Píramo y Tisbe, ni Lanzarote y Ginebra, ni Tristán e Iseo, ni Paolo y Franchesca, ni Abelardo y Eloísa, ni Diego Marsilla e Isabel de Segura, ni Julieta y Romeo, ni Calixto y Melibea, ni Dante y Beatriz, ni Petrarca y Laura estuvieron nunca casados.

Las almas sensibles y creyentes continuó Fernando paladearon las gestas del místico guerrero Perceval y los amores del caballero Tristán de Leonis con la infortunada reina Iseo, historias de amor y de muerte de los trovadores medievales, que en nuestros días ha remozado Wagner como argumentos de sus poemas... Las veladas en ventas y mesones discurrían ligeras en torno del candilón, que trazaba un círculo rojo sobre las páginas de la maravillosa historia impresa.

Ella siguió suspirando. «Oh, novio! ¡Siempre!... ¡Vivir siempre juntos; más allá de la vida; más allá de la muerte!...» Recordaba el último abrazo del caballero Tristán y la hermosa reina Iseo; una caricia eterna, infinita, que el gran mago no había envuelto en el misterio de su música estremecedora.

Miró entonces por la ventana y vio a una mujer sentada al piano. Llegó a sus oídos al mismo tiempo una música en sordina y el susurro de un canto a media voz. Es de Tristán murmuró quedamente Ojeda en su oído . El lamento desesperado de Iseo. Los dos permanecieron en silencio a ambos lados de la ventana, escuchando el canto que venía del interior con lejanías de ensueño.