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Pero el obispo, que ignoraba todo lo que pasaba, manifestó deseos de oír cantar a la niña, que era su ahijada. La duquesa se volvió a sentar; saludó a María con su urbanidad acostumbrada y mandó llamar a su hija, quien no tardó en presentarse. Apenas terminaba la niña los últimos compases de la plegaria de Desdémona, cuando se oyeron tres golpes suaves en la puerta.

Ofelia, Desdémona, Julieta, Miranda, Beatriz, Hero, Lady Macbeth, Otelo, Hamlet, Shylock, Falstaff, Yago y tantos otros, viven en la mente de los hombres con mayor firmeza y consistencia, que los más ilustres y claros varones que fueron en realidad: que todos los gloriosos sabios, héroes, políticos y capitanes que vivían en el mundo, mientras que estos personajes fantásticos iban saliendo del cerebro de Shakspeare, provistos ya del elixir de perpetua juventud y vida, desde el año de 1589 al de 1614.

¡Qué mala es esta pájara! decía doña Desdémona , no sabe usted lo mala que es. Ha matado ya tres maridos... y de los hijos no hace caso. Si no fuera por el macho, que es, ahí donde usted lo ve, toda una persona decente, los pobrecitos se morirían de hambre.

Me parecía que si despertaba y me veía iba a soltar una carcajada. »Así llegué junto a ella. Ella no se despertó. Dormía con la boca entreabierta, mostrando sus dientes blanquísimos e iguales. ¡Qué frescura y qué rojo carmín en sus húmedos labios! ¡Qué largas pestañas unidas! ¡Qué sonrisa apacible! ¡Qué frente serena! Si Desdémona hubiera sido como Beatriz, Otelo no le hubiera dado muerte.

La renovación del alpiste y del agua daba a aquellos infelices y graciosos seres aprisionados una alegría insensata; y poniéndose todos a piar y a cantar a un tiempo, no era posible que se entendieran las personas que entre ellos estaban. Doña Desdémona hablaba por señas. Maxi parecía contento, y hubiera vuelto a empezar todas las operaciones por puro entretenimiento.

Es un ángel del hogar, que sabiamente interpreta en su modo de pensar la vital filosofía, y en su modo de sentir el suspiro de Julieta, el gemido de Desdémona y el delirio de Lucía. Ama su honra más que el brillo del oro resplandeciente, porque su honra constituye el tesoro solamente de su vida tan serena cual la hora matutina;

Es lo más amable... replicó doña Desdémona, y llevándola aparte, añadió : Si está bueno y sano... ¡Si viera usted qué contento y qué tranquilo...! Nada, como la persona de más juicio. Yo creo dijo la de Jáuregui , que si no está curado, le falta poco. ¿Y qué hay de eso? Esta mañana volvió Quevedo. Todavía nada... Esperando por momentos... Ella, con mucho miedo.

Mil veces más crudo aún es el modo brutal con que, en la tragedia de Otelo, Yago da á Brabancio la noticia de que se ha fugado Desdémona: Your daughter and the Moor are now making the beast with two backs. Y aquí termino y no digo más, porque sería prolijo é interminable decir todo cuanto el asunto sugiere.

Gastaba una bata de color de almagre, y como su figura era casi esférica, no parecía persona que anda, sino un enorme queso de bola que iba rodando por las habitaciones y pasillos. No tardó en asociar al chico a sus operaciones, enseñándole a distribuir el alpiste a toda la familia. Con algunos sostenía doña Desdémona conversaciones maternales.

Maxi se rascó una oreja, y sacando de su alma a los labios una sonrisa extraña, cuya significación no pudo entender la señora de Quevedo, «la pájara mala dijo con acento de niño mimoso , enséñemela usted... y el pollo... enséñemelo también». No, no, ahora no replicó doña Desdémona empujándole hacia la puerta . Mañana los verá... Vaya ahora a decirle esto a su tía. v