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Lo menos cincuenta van disparadas ya dije yo, atizando el fuego de su miedo para que se marchara pronto y me dejase tan sublime comisión. Conque, chiquillo continuó, temblando como un azogado , ¿lo harás bien? Si te dan contestación la llevas a casa. Ve pronto. Yo me escaparé corriendo por esta calle donde no se siente ruido...; adiós.

Ni cómo llegué al cuarto... tenía miedo, mucho miedo de encontrar con alguien... con el ama Engracia... pero yo decía: adelante: Sardiola asegura que se marcha hoy... y si se marcha... también te irás a León... y ya, en toda la vida, y en la eternidad, Lucía, como no le veas en el cielo, no yo dónde le verás.... Cuando uno piensa cosas así tiene un valor... yo temblaba, temblaba como un azogado: puede que haya roto algo en el cuartito chico... lo sentiría... y también sentiré que afeen mi conducta el Padre Urtazu y el Padre Arrigoitia... la afearán, que la afearán... yo les diré que sólo quería verle un minuto... como le daba la luz en la cara, le vi muy bien: está tan descolorido... ¡siempre descolorido!

Pero pronto viene á sacarla de dudas el mismo Cayo en persona, que, alarmado por unas palabras que le dijo el tribuno tercero allá entre bastidores, viene á dar con su madre y le manda que escuche y tiemble, con cuyo mandato Cornelia se hace toda oídos y se pone á temblar como un azogado.

Cuando oyó su voz en la cocina, le dio un vuelco el corazón, se puso a temblar como un azogado y se le borraron por completo las palabras que tenía preparadas. ¿Cómo está usted, conde? dijo ella con gran naturalidad al entrar, tendiéndole una mano. Bien, ¿y ? Levantó la cabeza como sorprendida de oírse tutear y respondió mirándole fijamente: Perfectamente. ¿Y la niña? Algo mejor.

Cuando conocemos perfectamente la verdad, nuestro entendimiento se parece á un espejo en el cual vemos retratados con toda fidelidad los objetos como son en ; cuando caemos en error, se asemeja á uno de aquellos vidrios de ilusion que nos presentan lo que realmente no existe; pero cuando conocemos la verdad á medias, podria compararse á un espejo mal azogado, ó colocado en tal disposicion que si bien nos muestra objetos reales, sin embargo nos los ofrece demudados alterando los tamaños y figuras.

Levantado, pues, en pie don Quijote, temblando de los pies a la cabeza como azogado, con presurosa y turbada lengua, dijo: -El lugar donde estoy, y la presencia ante quien me hallo y el respeto que siempre tuve y tengo al estado que vuesa merced profesa tienen y atan las manos de mi justo enojo; y, así por lo que he dicho como por saber que saben todos que las armas de los togados son las mesmas que las de la mujer, que son la lengua, entraré con la mía en igual batalla con vuesa merced, de quien se debía esperar antes buenos consejos que infames vituperios.

El de Mesía tembló como azogado, mandó ensillar la mula y, sin chistar ni mistar, obedeció el precepto. Desde entonces ella llevó en la casa los pantalones, y él fué el más fiel de los maridos de que hacen mención las historias sagradas y profanas, como que sabía que le iba la pelleja en el primer tropezón en que lo pillase madama. Mucho cuento es tener por compañera una mujer de asta y rejón.

Hacia el centro de la cuadra principal, sobre dos largas mesas fabricadas de minúsculos espejos, las fuentes, los vasos, las copas de Venecia entremezclaban al azar su tenuidad casi incorpórea, y de una fina manera el azogado cristal invertía como un estanque el precioso florecimiento. Algunos de aquellos objetos prolongaban el milagro de vivir centenariamente.

786 Allá pasamos los dos noches terribles de invierno: el maldecía al padre Eterno como a los Santos benditos, pidiendolé al diablo a gritos que lo llevara al infierno. 787 Debe ser grande la culpa que a tal punto mortifica; cuando vía una reliquia se ponía como azogado, como si a un endemoniado le echaran agua bendita.

No podía ya morir peleando y matando, pero podía y debía morir en seguida antes de caer en infamante cautiverio. Abdul ben Hixen ya pidió con ruegos, ya ordenó con furia que le matasen a los cuatro soldados fieles que estaban cerca de él, al médico impasible y al jefe de los eunucos que le miraba lleno de asombro y temblaba como un azogado.