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Y mientras la joven iba soltando con automática regularidad los pecados de siempre, murmuraciones en las visitas, mentiras sin importancia, deseos de humillar á las amigas, desobediencias á su madre, miraba á través de la rejilla al famoso jesuíta, su cara sin una arruga, la nariz aguileña, aquella sonrisa dulce que parecía acariciar, pero que á ella le causaba cierto miedo, como si fuese una tenaza irresistible que extraía las verdades por hondas que se ocultasen.

Uno ministerial, otro de oposición radical, y otro, don Simón, indefinido, independiente. El primero, aunque desconocido en el país y sin arraigo en ninguna parte, era el más temible, porque con la tenaza del Gobierno tenía cogidos por los cabezones a casi todos los Ayuntamientos.

A Codillo, que siempre fue una tenaza y una esponja para el dinero, le da ahora por despilfarrarse con la familia y hasta por acompañarla vestido de punta en blanco. Es teniente de alcalde, está viudo, y eso le salva, porque su mujer era una fiera hasta para amarrar el ochavo.

El ancla cae; una lancha se aproxima, dentro de la cual hay dos o tres hombres éticos y sórdidos; se les alargan unos papeles en la punta de una tenaza. Apruebo la tenaza, que garantiza la salud de a bordo, probablemente comprometida con el contacto de aquellos caballeros. Estamos en cuarentena.

Óigalas usted: He mentido, para morir... Yo no podía... Gracias... Perdón... Esas fueron, sus postreras palabras. Yo quise morir con ella. Tenía en la mano el arma, y la volví contra mismo; pero alguien me apretó en ese momento el brazo como con una tenaza. Alejandra estaba delante de : ¡ tienes que vivir! ¡Debes vivir! ¡Debes salvarte! ¡Déjame hacer!... Yo no comprendía.

Lea le miró con tranquilidad. ¿Y después? Nada más. La cantante se levantó y ambos quedaron cara á cara, sin contenerse ya y respirando el odio y la violencia. ¡Por el diablo! ¡Si no escribes, estúpida, te aplasto. Cogió la mano de aquella mujer y la apretó con toda su fuerza. Lea enrojeció de dolor y de cólera y trató de desasirse, pero él la tenía como con una tenaza de acero.

Por lo demás, y si sólo se mirara el beneficio material, a sacar el redaño al prójimo, crea usted, señora marquesa, que no habría tenaza mejor que el oficio de prestamista sin entrañas. Me he convencido de ello con la experiencia de estas vecindades suyas. ¡Es un espanto lo que sabría usted si contaran estas cuatro paredes la mitad de lo que han visto y oído!

El ofendido tan asombrado como furioso, y sus compañeros en cuyos rostros se pinta la estupefacción, suspenden el trabajo: aquel desnudo de medio cuerpo arriba, sin más vestimenta que un mandil de cuero, se queda parado con el martillo en la diestra y en la izquierda la tenaza que oprime la roja lamina de hierro que estaba golpeando: los cuatro mozos cuya desnudez sólo encubre un paño gris liado a la cintura, miran y escuchan al rubicundo Apolo con menos curiosidad que sorpresa.

Lucía fue derecha al rojo reverbero del estanco, y acercándose a la caja de madera que hacía de buzón, echó en ella la epístola. Al punto mismo, sintió, como una tenaza que le oprimía el brazo y se volvió. Miranda estaba allí. ¿Qué es esto? murmuró él con voz sorda . Sola... aquí.... ¿qué haces? Nada... pronunció ella balbuciente. ¿Nada? ¿pues no acabas de echar una carta en el buzón?

El pobre anciano no podía gritar, ni desprenderse de aquella tenaza, ni siquiera encomendarse a Dios, porque había en su mente una perturbación horrible y se volvía tonto. La imagen infernal no sólo le atenazaba sino que se le llevaba consigo, empujándole a profundidades negras abiertas por el delirio y pobladas de feos demonios.