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Un Hércules en los tiempos prehistóricos, un Cid en los tiempos caballerescos, serían un Quijote en los tiempos de la partida doble y el tanto por ciento. Un Espartero y un Mendizábal, por el contrario, hubieran sido en aquellas épocas remotas, prestamista judío el uno, cuadrillero de la Santa Hermandad el otro.

Míster Robert les reconoce y siente dolorosa angustia. ¡El rico Esteven en conciliábulo con el prestamista don Raimundo! aquello que no es una visión. Los rumores que corren son entonces ciertos, y el opulento personaje está herido de muerte cuando acude al recurso supremo del portugués...

Por lo demás, y si sólo se mirara el beneficio material, a sacar el redaño al prójimo, crea usted, señora marquesa, que no habría tenaza mejor que el oficio de prestamista sin entrañas. Me he convencido de ello con la experiencia de estas vecindades suyas. ¡Es un espanto lo que sabría usted si contaran estas cuatro paredes la mitad de lo que han visto y oído!

Carolina había dicho que vendría a principios de Setiembre, sin fijar fecha. ¡Qué ansiedad! ¡Y el día 2...! Lo primero que tenía que hacer la afanada señora era detener el golpe del prestamista, o aplazarlo por unos días al menos, hasta que Pez viniera.

Pero... pero.... ¿y si no fuese envidia, sino castigo? ¿Si se había dispuesto así para anonadar al tacaño cruel, al casero tiránico, al prestamista sin entrañas? ¡Ah! cuando esta idea entraba en turno, Torquemada sentía impulsos de correr hacia la pared más próxima y estrellarse contra ella. Pronto se reaccionaba y volvía sobre .

A Isidora no le hacía maldita gracia la compañía; pero las circunstancias, ¡ay!, con su abrumadora lógica, la obligaron a aceptarla. Hallábase en las unas de su insidioso prestamista, y no podía evadirse. Fue víctima de una emboscada, formada en las traidoras sombras de la miseria; cayó en una trampa de infame dinero, armada con el cebo de la vanidad.

No me hables de eso, Gil: Gil, no me hables de eso dijo fingiéndose incomodada doña Leoncia; que todos los hombres son unos engañosos, y está una muy escarmentada ... no ... digo ... muy.... Le han dicho á una lo que son los hombres ... Y si no, miren al prestamista de abajo que todos los días desayuna á su mujer con cincuenta palos. ¡Oh, Leoncia de mis pecados!

Pues claro saltó el coloso dando una palmada, que sonó como un estampido, eso digo yo; para que quiebre don Bernardino, es preciso que la Casa Rosada se derrumbe; ¡un situacionista de su importancia! tendría que ver... Sin embargo concluyó el prestamista, sería bueno que se apartara usted a un lado, ¿me entiende usted?

Al insigne prestamista le pasó por la cabeza lo siguiente: «Como se ponga bueno, me ha de ajustar esta cuenta: si acuñáramos todas las estrellas del cielo, ¿cuánto producirían al 5 por 100 de interés compuesto en los siglos que van desde que todo eso existe

Después le cayó la herencia de un tío; pero como la señora tenía unos condenados jueves para reunir y agasajar á la mejor sociedad, los cuartos de la herencia se escurrían de lo lindo, y sin saber cómo ni cuándo, fueron á parar al bolsón de Torquemada. Yo no qué demonios tenía el dinero de aquella casa, que era como un acero para correr hacia el imán del maldecido prestamista.