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Por lo demás, y si sólo se mirara el beneficio material, a sacar el redaño al prójimo, crea usted, señora marquesa, que no habría tenaza mejor que el oficio de prestamista sin entrañas. Me he convencido de ello con la experiencia de estas vecindades suyas. ¡Es un espanto lo que sabría usted si contaran estas cuatro paredes la mitad de lo que han visto y oído!

Al hijo mayor, joven de veinte años, le desplumaron aquella misma noche en el Casino; y al otro día se largaron todos por donde habían venido, después de haberles sacado el redaño el posadero. Claro está que no han vuelto por aquí, ni alma nacida tampoco.

No me opongo dijo la tía María , porque la tal leche de burra es como el redaño; si no hace bien, no hace daño. ¡Ah!, ¡qué bien se está aquí! dijo Stein acariciando a los niños ; ¡si se pudiese vivir pensando sólo en el día de hoy, sin acordarse del de mañana!... , , don Federico exclamó alegremente Manuel , «media vida es la candela; pan y vino, la otra media».

No digo yo por diez millones; pero por diez mil ochavos venderían ustedes al Rey, y toda su descendencia; ladrones infames, tíos de Judas». En fin, que si no acierta a pasar el coronel Goiri, que me quería mucho, y me coge a la fuerza y me arranca de allí y me lleva a mi casa, aquella tarde sale el redaño de un cura a ver la puesta del sol.

Mis consortes tienen la culpa; en cuanto pueda, les saco el redaño. Y se erguía con la arrogancia fanfarrona de un gallo joven, estremeciéndose todo su cuerpo linfático y desmedrado, con esa ruindad física de los homicidas por instinto. Maltrana comprendió que sus palabras no causarían efecto alguno en el muchacho. Había hecho mucho camino cuesta abajo durante el tiempo que no le veía.

Nunca se daba por satisfecho del trabajo de las extremidades del buen caballero: «¡Plus! ¡plus! ¡Ancor plus saprísti!» Y el mísero don Rosendo se abría, se abría de un modo bárbaro, inconcebible, percibiendo la grata sensación de si le aserraran el redaño.

8 Entonces se acercó Aarón al altar; y degolló su becerro de la expiación que era por él. 10 Y el sebo y riñones y redaño del hígado, de la expiación, hizo perfume, como el SE

O mi amado anabautista, tu que eras el mejor de los hombres, ¿porqué te has ahogado en el puerto? Y , baronesita Cunegunda, perla de las niñas, ¿porqué te han sacado el redaño? Volvíase diciendo esto á su casa, sin poderse tener en pié, predicado, azotado, absuelto, y bendito, quando se le acercó una vieja que le dixo: Hijo mió, ten buen ánimo, y sígueme.

Ellos sirven de diversión en las convulsiones y estertores de la agonía; derraman por la arena su sangre y sus entrañas; se pisan al andar el redaño y los sueltos intestinos, y andan, no obstante, a fuerza de los espolazos del picador y en virtud de los palos que sacude en sus descarnados lomos un fiero ganapán, quien innoble y grotescamente va por detrás dando aquella paliza, a fin de aumentar el dolor y sacar del dolor un resto de movimiento y de energía en un ser moribundo, que, si no tiene pensamiento, tiene nervios y siente como nosotros.

Pensaba en Juan Portela, en el guapo Francisco Esteban, en todos aquellos esforzados paladines cuyas hazañas, relatadas en romances, había escuchado siempre con entusiasmo, y se reconocía con tanto redaño como ellos para afrontar el último trance. Pero algunas noches saltaba del petate como disparado por oculto muelle, haciendo sonar su cadena con triste repiqueteo.