United States or Solomon Islands ? Vote for the TOP Country of the Week !


Uno ministerial, otro de oposición radical, y otro, don Simón, indefinido, independiente. El primero, aunque desconocido en el país y sin arraigo en ninguna parte, era el más temible, porque con la tenaza del Gobierno tenía cogidos por los cabezones a casi todos los Ayuntamientos.

¡Qué cabezones son estos catalanes! dijo la tía María con viveza, y pasando por delante del pescador, se acercó a la enferma y añadió: Vamos, Marisalada, vamos, levántate, hija, para que este señor pueda examinarte. Marisalada no se movió. Vamos, criatura repitió la buena mujer ; verás cómo te va a curar como por ensalmo.

Metiose por el zaguán el familiar con su negra cohorte de alguaciles, y dio por cierto lo que de aquella casa endemoniada se había dicho a la Inquisición, cuando vio que, en efecto, los criados eran muy pálidos y muy serios y muy graves, y le vino de ellos un olorcillo como de tumba y cosa del otro mundo; y mucho más cuando, avisada la dueña de la casa, y levantada de prisa, porque reposaba, y mal recogidos los cabellos de oro bajo una toquilla, y vestida de blanco, salió al estrado, donde el familiar la esperaba armado de severidad y resuelto a llevarla presa, a poco que viera en ella que le confirmase en las brujerías que a aquella señora ociosos maldicientes achacaban; y ver a doña Guiomar y creerse cogido por los cabezones el familiar, fue todo en un punto; porque verla y entrarle un tal temblor que si hubiera tenido cascabeles en las piernas hubiera causado más ruido que un tiro de mulas al trote, fue un punto mismo; y secósele el paladar, y quedósele la lengua fría, y se le anudó la voz en la garganta; que en todos los días de su vida él no había visto una más garrida moza, ni más gentil dama, ni más peregrina hermosura.

En el proceso que se siguió declararon dos mujeres de la vecindad que habían visto un grupo de hombres cabezones y chiquirriticos, vulgo duendes, preparando la horca; y que cuando ésta quedó alzada, llamaron por tres veces a la puerta de la casa, la que se abrió al tercer aldabonazo.

Tráigole por los cabezones. ¿Cómo tal? ¿por los cabezones venís cuando yo os llamo, amigo Juan? Entrad, entrad, amigo mío, la dueña de la casa es una moza demasiado valiente para asustarse, porque vos entréis en su alcoba. Decís bien, y tanto más, cuanto me habéis curado de espanto apoderándoos de mi lecho; ¿qué pensarían de , si las gentes os vieran?