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Quiero que la conserves como recuerdo de esta noche. Guardó silencio y se la anudó lentamente al cuello haciendo un lacito. Está bien dijo, al cabo, sonriendo ; pero cuando te vayas, estoy segura de que me irás llamando tonta. No te lo llamaré tal. me lo llamarás..., y tendrás rasón... Di, ¿me lo llamarás? ¡No, mujer, no!

Entonces, en medio del azorado mutismo, Beatriz se adelantó sin vacilar. Una dueña la tironeaba el faldellín; pero la hija de don Alonso, mirando aquellas manos tan tempranamente enrojecidas por el coraje, desprendió un favor azul que adornaba sus rizos, y, llegándose a Ramiro, se lo anudó ella misma en las agujetas del jubón con sus temblorosas manitas, blancas como la luna.

Ramoncita me alargó su mano, flaca y pálida también, y me preguntó rápidamente cómo estaba. Después, sin aguardar siquiera mi contestación, se volvió hacia sus amigas, que me miraban con un poco más de curiosidad, y anudó con interés la conversación interrumpida.

Los tertulios escucharon dos o tres minutos con atención: luego cada cual anudó la conversación interrumpida con su vecino. De tal suerte que a los cinco minutos nadie escuchaba a la notable joven más que su entusiasta mamá.

Como se vió en la donosa astucia de que usó aquel grande orador Demostenes, cuando vió la mayor parte de sus oyentes rendida al sueño, y para recordallos en atencion y aplauso les contó la novela de Umbra Asini, y, en cobrandolos, añudó el hilo de su discurso.

Lo que temo al reñir no es la muerte, sino que de todos modos la pierdo para siempre... Si yo le mato, ¿qué gano? Nada, porque me espera la cárcel... Se lo juro á usted por la gloria de mi madre, lo mejor que podría sucederme es que usted me matase... La voz se le anudó en la garganta al pobre mancebo al proferir las últimas palabras. Velázquez quedó inmóvil y silencioso.

Experimenta casi la dolorosa opresión que paralizó su corazón y anudó su garganta a su entrada en el salón profusamente iluminado. Muchos niños están ahí acompañados de sus madres o de sus padres; él está solo y se siente pequeño, triste, desgraciado.

Añudó pues así el hilo de su historia Cunegunda: Entró un capitan bulgaro, que me vió llena de sangre, debaxo del soldado que no se incomodaba; y enojado del poco respeto que le tenia el malandrin, le mató encima de : hízome luego poner en cura, y me llevó prisionera de guerra á su guarnicion.

Al decir estas palabras, le embargó la emoción, se le anudó la voz en la garganta y rompió a sollozar fuertemente. Lolita se la quedó mirando un buen rato, con ojos coléricos, el semblante pálido y las cejas fruncidas; por último se levantó repentinamente y fue a reunirse con sus amigas que estaban algo apartadas formando un grupo.

Al decir estas palabras, le embargó la emoción, se le anudó la voz en la garganta y rompió a sollozar fuertemente. Lolita se la quedó mirando un buen rato, con ojos coléricos, el semblante pálido y las cejas fruncidas; por último se levantó repentinamente y fue a reunirse con sus amigas que estaban algo apartadas formando un grupo.