United States or United States Minor Outlying Islands ? Vote for the TOP Country of the Week !


No, no me querrás... Dame un beso ahora... Después que te lo diga, no me darás ningún otro... Lolita se manifestó sorprendida, pero le dio algunos besos sonoros.

La pobre Maximina, defraudada, le miraba con ojos tristes, dejando adivinar que sin él estaba allí aburrida. Oyes, Lolita dijo el joven llamando a una de las pequeñas de doña Rosalía, ve a decir a Maximina que en cuanto oscurezca un poco más, bailaré. Maximina, al recibir la noticia, se puso alegre.

Tiene muy buen tranco, realmente. contestó Ricardo; pero el tuyo es más bonito. ¿Quieres... cambiar?... No; voy bien, en éste. Lolita hace lo que quiere en ese caballo dijo Melchor. ¡Quién fuera Lolita! pensó Ricardo. ¡Quién podrá hacerlo con este monstruo! pensó Lorenzo. Lo que despuntemos este alambrado, podremos galopar. ¿Para... qué?... Melchor... no... tenemos... apuro...

Al llegar, todas la saludaron con efusión, no siendo por cierto la menos expansiva la enlutada Lolita. Después de cambiadas las primeras impresiones, observé que Luisa hacía señas a Asunción en ademán de pedirle algo, y que Asunción lo negaba, también por señas, pero con energía.

Al llegar, todas la saludaron con efusión, no siendo por cierto la menos expansiva la enlutada Lolita. Después de cambiadas las primeras impresiones, observé que Luisa hacía señas a Asunción en ademán de pedirle algo, y que Asunción lo negaba, también por señas, pero con energía.

De Clota... decía Melchor a medida que leía los sobres; ésta también...; del viejo...; de Clota...; de Clota...; de mamá...; de Lolita...; éstas tres de Clota...

Otra vez Lolita, esa pizpireta incorregible, tan movediza como la «Piedra movediza» de su pueblo, dijo burlonamente: ¡Así me gustan los hombres, altivos y valientes! Verá usted terminó Jacinto. No hubo tal duelo... El capitán Pérez, que es un cumplido caballero a quien conoce toda la sociedad bonaerense, me dio sus explicaciones.

Riose Lolita Sartori de la impertinencia de Publio, y Jacinto comprendió que se burlaban de él... Dudaban de que hubiera conocido al capitán Pérez... Para vencer esa incredulidad, hombre de rápida y fogosa imaginación, ipso facto inventó él y contó cómo le conociera, ¡oh, de un modo bastante chusco!... Estaba él en un baile, conversando con la joven y distinguida dueña de casa, sentados ambos en el comedor... Como hablaba al oído de su compañera, tenía agachada la cabeza...

La vi agitar los brazos en medio de ellas narrando, al parecer, el suceso con vehemencia, y observé que algunas lágrimas se desprendían de sus ojos, sin que por eso perdiesen la expresión dura y sombría. Asunción permaneció sentada, con la cabeza baja y ocultando el rostro entre las manos. En el grupo de Lolita hubo acalorada deliberación.

Además, Rafael y Roberto se encargaban de dar a la merienda el tono de distinción que tanto agradaba a doña Manuela. ¡Vaya unos chicos atentos! ¡Cómo sabían obsequiar a las muchachas...! «No me desprecie usted esta aceituna...» «Lolita, ¡por Dios! acepte usted esta rodajita de salchichón...» «Vamos, un pedacito más: ¡no me deje usted feo