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25 Mas cuando ella vino a la presencia del rey, él ordenó por escrito: El perverso designio que aquél trazó contra los judíos, recaiga sobre su cabeza; y cuélguenlo a él y a sus hijos en la horca. 26 Por esto llamaron a estos días Purim, del nombre Pur. Por todas las palabras pues de esta carta, y por lo que ellos vieron sobre esto, y lo que llegó a su noticia,

Sucedió, pues, que, tomando juramento a un hombre, juró y dijo que para el juramento que hacía, que iba a morir en aquella horca que allí estaba, y no a otra cosa.

Le veía en su memoria, lo mismo que se lo había imaginado en las ilusiones crédulas de su niñez, mandando a los hombres a su voluntad; pudiendo enviar unos a la horca y perdonando a otros, según su capricho; sentado a la mesa de los monarcas y jugando con ellos a la baraja, igual que podía hacerlo él con un amigo en la taberna de San José, tratándose por ; y cuando no estaba en la corte, era señor absoluto en barcos de hierro de los que escupen humo y cañonazos... ¿Y su célebre abuelo don Horacio?

Y tiró adelante á la cabeza de la ronda, diciendo para su embozo: Si esa dama no fuera tan maravillosamente hermosa, nadie la hubiera librado de la horca; es verdad que sin la hermosura de esa dama, no sería yo presidente de la real audiencia de Méjico. Adelante, adelante, pues, y acabemos con lo que nos ha dado que hacer esta noche, para tan venturosa.

7 Y respondió el rey Asuero a la reina Ester, y a Mardoqueo judío: He aquí yo he dado a Ester la casa de Amán, y a él han colgado en la horca, por cuanto extendió su mano contra los judíos. 10 Y escribió en nombre del rey Asuero, y selló con el anillo del rey, y envió las cartas por correos de a caballo; caballeros en mulos, en mulos hijos de yeguas;

Hubieras debido sospecharlo... Y te hago gracia de los germanos, pues eran unos horribles polígamos y por este mismo hecho no admitían la solterona... Y tenían mucha razón exclamó la abuela. ¿Tenían razón de ser polígamos?... ¡Ah! abuela... ¡No! dijo la abuela dando un salto, no es eso lo que digo. La poligamia hubiera debido ser siempre un caso de horca; pero, en fin, las solteronas...

Pues bien; el duque de Lerma os prendió, porque yo se lo pedí al duque de Lerma, y el duque os soltará, porque yo le pediré que os suelte. A seguida, , Cristóbal, irás á casa del señor Gabriel y me devolverás mi dinero. En seguida. ¡Oh! ¡qué alegría, madre! exclamó la Inesilla ; ¿ya no os harán nada? Nada, hija mía. ¡Ni nos ahorcarán! ¿Quién piensa en la horca?

Decía entre : «¡Malhaya quien fía en hacienda mal ganada, que se va como se viene! ¡Triste de ! ¿Qué haré?». No sabía si irme a buscarlos, si dar parte a la justicia. Esto no me parecía bien, porque si los prendían, habían de aclarar lo del hábito y otras cosas y era morir en la horca. Pues seguirlos, no sabía por dónde.

La fuga de las mujeres para no verle partir; la dolorosa entereza de Carmen, que se esforzaba por mantenerse serena, acompañándole hasta la puerta; la curiosidad asombrada de los sobrinillos, todo irritaba al torero, arrogante y bravucón al ver llegada la hora del peligro. ¡Ni que me yevasen a la horca! ¡Vaya, hasta luego! Tranquiliá, que no pasará na.

Para aquellas pobres gentes, el escribiente del tribunal era el oráculo de Delfos para los antiguos griegos. Dándole un real y un tabaco, añadió, te dice todas las leyes que se te hincha la cabeza oyéndole. Si tienes un peso, te salva aunque estés al pié de la horca.