United States or Uzbekistan ? Vote for the TOP Country of the Week !


Debí decirle a Ana que la echase ella.... Yo no tengo cara a esto murmuró entre . Y si no la echo me llamará boba.... Pues mejor. ¡Esto es indecente! balbució adelantando la carta hasta tocar con el buzón . No, repelo exclamó casi en voz alta bajando la mano . Esto es una cochinada.... ¡Más vale ahogarlos donde los encuentre!

Cuando estuvo un poco mareado sacó la carta del cajón, lanzóse a la calle con brío, y en el primer buzón con que tropezaron sus ojos, ¡zas! la encajó. ¡Dios mío, qué he hecho! Disipóse la borrachera.

Los galgos, en un momento, ¡zás, zás!, se las tragaban sin pestañear; lo mismo que si le echasen cartas á un buzón. Los jayanes comían lentamente, sin mostrar prisa. Así estuvieron varias horas.... ¿Y quién ganó? preguntaron varios al mismo tiempo, interesados por la estúpida apuesta. ¿Quién había de ganar? Los hombres.

CUESTA. ¡Cosas de chicos! EVARISTA. No puede usted figurarse, amigo Cuesta, lo incomodada que me tiene esta niña con sus chiquilladas, que no son tan inocentes, no. CUESTA. Veamos. DON URBANO. Eso es: «del cosmos, simbolizando en su luminosa mirada, en su boca divina, el poderoso agente físico que...» Pues aquí hay otra. CUESTA. ¿A ver, a ver esa? EVARISTA. Hija, tu cuerpo es un buzón.

Mi mujer echó la que iba dirigida á la hermana, y yo la que iba dirigida al padre del chico, como si creyéramos que podia ejercer alguna influencia la electricidad particular de cada sexo. Al arrojar las cartas por el buzon, mi mujer y yo exclamamos al mismo tiempo: ¡Dios las lleve por buen, camino!

Maquinalmente, al llegar a la entrada de la calle estrecha de San Efrén bajó una mano para recoger el vestido que se iba manchando de barro, y al hacerlo aflojáronse sus dedos y dejó de apretar la carta, cuyo satinado papel le acariciaba las falanges.... Al cruzar la travesía del Puerto, su cabeza pareció despejarse, y vio el escaparate de la tercena y el buzón, con las fauces abiertas, como voceando «aquí estoy yo». Amparo soltó el vestido y sacó de debajo del mantón la mano derecha y la misiva.... Detúvose antes de alzar el brazo.

Ya sabe que siempre la he querido como si fuese mía. ¿Qué anda ocultando en esa cabecita? Ella le echó una rápida ojeada. Hizo visiblemente un gran esfuerzo sobre misma, y dijo riendo: Dale la carta, Raquel, que llevábamos para poner en el primer buzón. Era para usted, ábrala.

Lucía fue derecha al rojo reverbero del estanco, y acercándose a la caja de madera que hacía de buzón, echó en ella la epístola. Al punto mismo, sintió, como una tenaza que le oprimía el brazo y se volvió. Miranda estaba allí. ¿Qué es esto? murmuró él con voz sorda . Sola... aquí.... ¿qué haces? Nada... pronunció ella balbuciente. ¿Nada? ¿pues no acabas de echar una carta en el buzón?

Quizá podrá disimular mi suicidio y hacer que Roberto no lo sospeche. A él, ni una palabra de despedida. Esto es doloroso; pero es necesario que sea así. He salido furtivamente y he corrido a poner la carta en el buzón. El sereno anunciaba la media noche. ¡Qué desierto y obscuro está el mundo!

Se puso colorado hasta las orejas, como si por el agujero de aquel buzón le estuviesen mirando los ojos burlones de todos los vecinos de Sarrió; y se apresuró a meter los dedos en él por ver si aún podía atrapar el malhadado sobre. Nada. Se lo había engullido con la voracidad de un tiburón, y lo estaba ya digiriendo.