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¡Ta, ta, ta, ta! dijo en voz alta sin pensar que estaba en la iglesia . Hija mía, las esposas de Jesús no se hacen de tu maderita. Haz feliz a un cristiano, que bien puedes, y déjate de vocaciones improvisadas. La culpa la tiene el romanticismo con sus dramas escandalosos de monjitas que se escapan en brazos de trovadores con plumero y capitanes de forajidos.

El usurero, excitadísimo, se abrazó á tan débil esperanza como el náufrago se agarra á la flotante astilla. Viviría, ¡pues no había de vivir! Papá le dijo Rufina llorando, pídeselo á la Virgen del Carmen, y déjate de Humanidades. ¿Crees ?... Por no ha de quedar. Pero te advierto que no habiendo buenas obras no hay que fiarse de la Virgen.

Don Fermín corrió a la puerta, la cerró por dentro, y volviéndose rápido y con ademán descompuesto, gritó, sujetando con fuerza el brazo de la criada: ¡Déjate de disimulos, habla o te arranco yo las palabras! Petra le miró cara a cara, fingiendo humildad y miedo; «quería ver el gesto que ponía aquel canónigo al saber que la señorona se la pegaba».

En lo de sentarme le dije, haciéndolo , le obedezco a usted desde luego; pero en lo de hablar... no tanto. ¡Esta es buena, trastajo! ¿Por qué, hombre? Porque quiero darle a usted la preferencia, como debo, en lo que mutuamente tenemos que decirnos, según parece. Vaya, vaya, déjate de cumplimientos, y empecemos por el caso tuyo, que para el mío siempre hay lugar.

Por de pronto, me comprometo a que no vuelvas a caer, aun en el caso de que se te tendiera el lazo otra vez. ¡Vaya, con el caballerito! Es cosa de dar parte a la policía. déjate llevar; pon el pleito en mis manos, déjame a ... y verás. ¿Apuestas a que me planto un día en casa de doña Bárbara y le canto clarito?

Déjate de lloriqueos dijo Lady Clara librando su vestido de los húmedos besos de la niña, y sintiéndose molesta por extremo. Vamos, enjúgate la cara, vete y no incomodes. Escucha prosiguió cuando Carolina se marchaba. ¿Dónde está tu papá? ¿Quién te cuida, niña? dijo Lady Clara mirándola fijamente. John, el chino. Me vizto zola; John hace la comida y arregla las camas.

El otro, como si no entendiese estas recomendaciones, se había limitado á poner horizontal la pistola, apuntando al pecho que tenía enfrente. ¡Mira que tiro! dijo al fin con tono de amenaza . Déjate de macanas, ó tiro. Se perdió entre los dos todo respeto. Se miraron como enemigos. ¡Tira, gringo del demonio, para que puedas convencerte!... ¡Cuando te digo que tengo un payé!...

Penetró éste en el despacho de Su Excelencia, dando dos pasos adelante y uno atrás, que era como andaba en las circunstancias graves, y poniéndose de rodillas exclamó: ¡Viva María Santísima y viva su merced, que es el amo de toitico el mundo! Levántate; déjate de zalamerías, y dime qué se te ofrece... respondió el Conde con aparente sequedad. ¿Qué mil reales? Pues ¡qué! ¿ lo conocías?

Esta noche misma, ahora mismo. ¿Vas á perder la más importante sesión que se ha visto ni verá? ¿Pero cómo puedo ir esta noche? Si acabo de llegar. Tengo que ir á casa de mi tío. ¿Tienes aquí un tío? ¿Es liberal? Presumo que : no le conozco. ¿Y ahora vas allá? Naturalmente. ¡Qué disparate! Déjate ahora de tíos. Vente á la Fontana. Son las ocho: ya va á empezar. A la salida irás á tu casa.

De todos mis furores tiene la culpa la penilla negra, y de la penilla negra que hay en mi corazón, bien me yo quien tiene la culpa. Aquí intervino doña Ramona y dijo: Ea, hermano, déjate de sermones que aquí no hemos venido a sermonear sino a divertirnos. Ya se enmendará Curro y se pondrá más suave que un guante. D. Antonio, rasguee usted esa guitarra y que bailen el fandango estas niñas.