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Uno de los pastores, jefe á la vez de los demás, penetró en el ancho círculo que formaban los asistentes; paróse enfrente del alcalde; arrojó al suelo un saco casi vacío que llevaba al hombro; descubrióse; cargó el cuerpo sobre el garrote; balanceóse un poco en esta postura; esparrancóse; escupió tres veces; pasó una manga de su camisa por debajo de las narices, y después de obtener el permiso del alcalde, habló de esta manera: Pos ... salto y digo: ahí está la cabaña, como se habrá visto.

La gratitud penetró en mi corazón como una luz del cielo, como un bálsamo dulcísimo, y perdí por completo los pocos deseos que me ligaban a la vida. «Gracias pueblo de Madrid, exclamé dirigiéndome a la ciudad: gracias, pueblo generoso y culto, por no haber venido a gozar con el espectáculo de mi muerte ignominiosa. ¡Qué hubieras ganado presenciando la suprema agonía de un infeliz!

Al llegar al piso principal, Aldea, espiado siempre por Lázaro, cruzó los pasillos desiertos, y atravesando la galería que separaba las habitaciones del duque de las de su esposa y su hija, penetró en una sala, ala cual afluían dos grandes corredores, uno que conducía al cuarto de la duquesa, y otro que llevaba al de Josefina.

En la capilla acostumbraba Perucho notar que se hablaba bajito, se andaba despacio, se contenía hasta la respiración: el menor desliz en tal materia solía costarle un severo regaño de don Julián; de modo que, sobreponiéndose el instinto y el hábito al azoramiento y trastorno, penetró en el sagrado lugar con actitud respetuosa.

Mas cuando el alabardero de guardia a la puerta de la Saleta dio el golpe de alabarda que anuncia la llegada de un Grande de España, crecióse el orgullo de Currita, despertó de nuevo su energía, y armada de toda su audacia atravesó la antecámara y penetró en la cámara misma, dispuesta a comenzar la batalla, creyendo encontrar allí a la camarera mayor o al gentilhombre de servicio, o quizá a todos juntos.

Lo que siguió ya no pudieron verlo los del pajar. La partida se dirigió a la iglesia del lugar, entrando en ella con muestras de piadoso recogimiento. El jefe penetró por otra puerta en la sacristía, habló con el cura, que se disponía a decir la misa que habían de escuchar las pocas y madrugadoras mujeres que iban llegando, y con palabras corteses le rogó que le dejara oficiar en lugar suyo.

El erudito don Diego Ignacio de Góngora consigna el caso brevemente en un manuscrito, y de él se viene en conocimiento de que el hijo del carnicero, favorecido por las sombras de la noche, penetró en la iglesia de San Roque con los más perversos instintos.

De manera alguna dijo Catalina, arqueando soberanamente sus negras cejas, ya que tienes ricos parientes en California que te envían puntualmente fondos, pero no quiero permitirlo. Vamos, chicas, ¡adelante! Al abrir la puerta, una fuerte ráfaga de viento penetró violentamente en la tienda, lo cual asustó a la bondadosa doña Brígida.

El mismo estremecimiento singular y doloroso que por la tarde le corrió ahora por todo el cuerpo. ¡Cosa extraña! exclamó, tornando á emprender la marcha. Hallóse pronto al lado del puente. Después de vacilar un momento penetró en él.

Abrióse de improviso una puerta en el fondo de la cámara y apareció una mujer joven. Abrió un balcón y penetró en la alcoba la luz fría de aquella mañana nublada y lluviosa. La mujer despertó. Se incorporó en el lecho y miró con disgusto á la puerta de la alcoba á donde había llegado la joven.