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El usurero, excitadísimo, se abrazó á tan débil esperanza como el náufrago se agarra á la flotante astilla. Viviría, ¡pues no había de vivir! Papá le dijo Rufina llorando, pídeselo á la Virgen del Carmen, y déjate de Humanidades. ¿Crees ?... Por no ha de quedar. Pero te advierto que no habiendo buenas obras no hay que fiarse de la Virgen.

Ya puedes hacer, amigo, lo que quieras, pero nunca serás más que un imbécil. O un bribón. Nos ha engañado como todos los demás. ¿De quién fiarse, gran Dios, si no se puede contar con un ex presidiario?... Después de esto, le habrán puesto quizás en la puerta. No, aun está en la casa. Entonces aun hay remedio. Yo le hablaré. Hay que jugarse el todo por el todo. ¡Vamos, pues!

En este estado dejamos el negocio de su conversión; pero hay poco que esperar de ella, porque aunque hayan hecho tan largas ofertas no hay mucho que fiarse de ellos porque son pérfidos, revoltosos, inconstantes, y que en tanto mantienen su palabra en cuanto les está á cuento.

Sus finezas y palabras amables no fueron nunca lo suficiente explícitas para provocar respuestas claras: él no parecía poner empeño en obtenerlas; ella, sin acertar a desearlas, las temía, pues si las conversaciones con Aldea pudieron servirla como medida de su valer, no conocía bastante su carácter para fiarse de él.

No soy hombre de hacerme el restaurador de las virtudes desportilladas.» ¡De quién fiarse, Señor!... Elena al Padre Jalavieux. Tengo una gran pena, mi buen señor cura. ¡Máximo de Cosmes se casa con Luciana Grevillois!

Los dedos le bailaban, sin embargo, tal era su coraje; con tanta embestida como había sufrido, su escuálido bolsillo debía estar hecho jirones. ¡Ah, camastrón! ¿esas tenemos? ¡pues en guardia! No he de perderte de vista; el amigo Portas, que es un lince, sabe lo que se dice. No hay que fiarse de estos fantasmones. Sigamos el consejo: apartémonos, pero, ¡alerta!

Botín, cubriéndose con su calma egoísta y dando a la disputa un giro tranquilo, que era como los círculos que hace la serpiente, dijo así: «No quiero incomodarme. Veremos quién desaloja... Isidora, he sabido todo lo que ha pasado. No hay que fiarse de precauciones... Esto se acabó... Usted se lo ha ganado... Usted pierde más que yo. Me está usted mareando. Déjeme usted en paz.

No hay que fiarse advirtió Horn . La explanada está cubierta de matorrales y pudieran muy bien acercársenos sin que los viéramos. En aquel instante, y como para confirmar sus palabras, algo hendió el aire y vino a clavarse en la pared exterior de la cabaña, a poca altura sobre la cabeza del chino. ¡Oh! exclamó el Capitán. Se dirigió al objeto y lo arrancó.

Todas las edades y clases de los hombres acuden á consecuencia de esta convocatoria, llenando la mayor parte de la obra sus diálogos y disputas con la muerte. Los personajes son singularmente numerosos y diversos. Algunos pasajes se distinguen por su energía y elevación. La muerte vence al cabo; exhorta á los hombres á no fiarse del mundo, y anuncia la llegada del ante-Cristo.

Os lo enviamos con dos objetos: primero, para que con vuestra gran prudencia veáis si podemos fiarnos de ese joven, y después para que os encarguéis de su recompensa. A él, por ciertos asuntos de amores, según hemos podido traslucir, le conviene servir en palacio; nos conviene también, ya deba fiarse ó desconfiarse de él, tenerle á la vista.