United States or Tokelau ? Vote for the TOP Country of the Week !


No desconfíes de él, porque esto le resentiría, y te lo repito, el cariño de Juan, dentro de muy poco tiempo, puede valerte mucho. »Allá te le envío pobre de ropa y de bolsillo, pero muy hermoso, muy valiente, muy noble, casi sabio. »¡Ah! te advierto, para lo que te pueda convenir, que hace tres años vino aquí huyendo de ciertas malas aventuras, el docto y regocijado don Francisco de Quevedo.

Es raro eso, ¿verdad, Nieves? ¡Y para lo que hoy se usa!... Y les advierto a ustedes que lo mismo es en lo poco que en lo mucho.

Le advierto á usted dije con timidez que yo no he puesto jardín, sino calle. No importa respondió; yo quito la calle y pongo pensiles. Continúo: la supondría siempre muy triste, y de vez en cuando una lágrima asomaba á sus ojos azules, semejando errante gota de rocío que se detiene á descansar en el cáliz de un jacinto.

Porque ya ves , no es cosa de estar haciendo el oso eternamente.... Me escuchó con paciencia.... Te advierto que yo estaba enteramente arrebatado y apenas sabía lo que iba diciendo. Cuando concluí me dijo que no tenía motivos para estar enfadado y se escapó a la sala. Después de esto ¿quién no había de entender que estaba el asunto arreglado?

«Tan felices son que en se refleja su júbilo. No dejo de comprender que el aumento de amor hacia que en ella advierto no es otra cosa que un desbordamiento del que le profesa a él; pero a veces lo echo en olvido, como quien viendo una representación dramática, llega a imaginarse que presencia escenas de la realidad.

La institutriz se puso un poco pálida, pero dijo con calma sin dejar de sonreir: Te advierto que me estás haciendo daño. , ¿qué es gracioso? ¿qué es gracioso? repitió el conde sacudiéndola rudamente. Vuelvo á decirte que me haces daño. Yo no soy la condesa de Trevia, sino una pobre institutriz. No merezco ser tratada con tanta confianza. El conde aflojó la mano y la miró fijamente.

Pero pasando de la ternura a la cólera, con su vehemencia de impulsivo, se fijó en Fermín, como si hasta entonces, hablando de la fiesta, se hubiese olvidado de él. ¡Y no viniste! exclamó rojo de indignación, mirándole duramente. ¿Por qué?... Pero no hables: no mientas. Te advierto que lo todo. Y siguió hablando a Montenegro en tono amenazador.

No, señor; no habléis en eso, Que vuestra será la culpa: Yo la mujer que tengo. ¿A dónde vais? A la puerta. ¡Qué ciego venís, qué ciego! Por aquí habéis de salir. ¿Conoceisme? Yo os prometo Que á no conocer quién sois, Que bajáredes más presto; Mas tomad este arcabuz Ahora, porque os advierto Que hay en el monte ladrones Y que podrán ofenderos Si, como yo, no os conocen; Bajad aprisa.

A pesar de tus funciones paternales, eres muy joven todavía, y es preciso conservar ante el mundo el más estricto decoro. Pero le advierto dijo Amaury. que ya he despachado el carruaje en que he venido. No tengas cuidado: queda otro coche a tus órdenes.

En tu actitud altiva advierto que estás infiltrada de la misma idea de que están llenos al parecer tus parientes y tus amigos. ¿Me devuelves mi palabra? Pues yo la recojo. Mi dignidad se subleva ante esa idea. Tristán profirió estas palabras exasperado como si realmente acabaran de dar a su dignidad un golpe de pronóstico reservado.