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Los habitantes de esta casa son gente amable... gente amiga.» ¡Ah, no!... Desnoyers repelió con vehemencia esta protección. El no quería ser amable. Callaba porque no podía hacer otra cosa... ¡pero amigo de los invasores de su país!...

No puede afirmarse que la Nela entendiera el anterior discurso, pronunciado por Golfín con tal vehemencia y brío que olvidó un instante la persona con quien hablaba. Pero la vagabunda sentía una fascinación extraña, y las ideas de aquel hombre penetraban dulcemente en su alma hallando fácil asiento en ella.

Atraía su historia al abogado con el interés palpitante de una novela de aventuras. La conmiseración iba tomando en él una vehemencia de enamoramiento. Además, la idea de que eran los explotadores de esta mujer los que la habían denunciado le infundía un entusiasmo caballeresco para la defensa de su causa insostenible. La comparecencia ante el Consejo de guerra había resultado penosa y dramática.

Nada seguramente. Nos casaríamos, y acto continuo nos iríamos á Jerez, para que conociese á sus amigas y á sus tíos. ¡Qué susto llevarían todos al verla del brazo de un caballero, y mucho más, cuando supieran que este caballero era su marido! Estaba tan linda, tan graciosa, que no pude menos de pedirle con vehemencia que me permitiese darle un beso. No fué posible.

Se expresaba con vehemencia, moviendo instintivamente los brazos, como hombre habituado de larga fecha a hablar en público, ardiendo con la llama del proselitismo.

¿Sola? la interrogó entonces el confidente, con fogosa vehemencia. Y a esta pregunta no pudo responder Luz de pronto, porque le dejó sin ánimos para ello una sensación que hubiera creído de miedo, a no parecerle tan agradable. Sola..., sola no llegó a decir, bajando los hermosos ojos y con las mejillas muy sonrosadas : con él. Y de aquí no pasó ya la pobre chica.

Doña Manuela oía en silencio, sobrecogida con aquel inesperado disgusto, que aun para su escasa inteligencia era señal de otros mayores. La vehemencia de Tirso llegó a exacerbarse tanto, que la pobre vieja no pudo menos de decirle, casi con enojo: ¡Hijo, no manotees, que nos ve la gente!

La vi agitar los brazos en medio de ellas narrando, al parecer, el suceso con vehemencia, y observé que algunas lágrimas se desprendían de sus ojos, sin que por eso perdiesen la expresión dura y sombría. Asunción permaneció sentada, con la cabeza baja y ocultando el rostro entre las manos. En el grupo de Lolita hubo acalorada deliberación.

En suma, miró instintivamente a que todos los pormenores de tocador concurriesen a hacerla parecer más bonita y aseada, sin que se trasluciera el menor indicio del arte, del trabajo y del tiempo gastados en aquellos perfiles, sino que todo ello resplandeciera como obra natural y don gratuito; como algo que persistía en ella, a pesar del olvido de misma, causado por la vehemencia de los afectos.

Pero, tío dijo dulcemente Sagrario, emocionada por el relato, yo no puedo hacer lo que ella; yo soy una infeliz, sin valor y sin voluntad. Llámame Gabriel dijo Luna con vehemencia . eres mi antigua Lucy, que de nuevo sale a mi camino. Sábelo de una vez: hace tiempo que examino mis sentimientos, que analizo mi voluntad, y tengo una certeza: te amo, Sagrario.