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Un trueno que retumbó sobre Vetusta sirvió de acompañamiento a la cólera del canónigo. «¡Eso! ¡eso! rugió mientras abría la portezuela y se apeaba frente a su casa . ¡Esto sólo se arregla con rayos!». Y entró en su casa después de pagar al cochero. Los rayos que quería le esperaban arriba dispuestos a estallar sobre su cabeza.

Si Madrid no se interesa por nuestras vieiras, ¿cómo va a interesarse por nuestros conflictos sociales? Indudablemente, la política central carece de sensibilidad con respecto a provincias. Al volver a Madrid, tras una ausencia de mes y pico, soy cariñosamente acogido por mi buena Rosario, una chica mitad ama de llaves y mitad cocinera, que arregla mis papeles y cuida de mi estómago.

Me marcho á París... Quiero salir mañana; arregla lo necesario. Luego, al fijar sus ojos en el coronel, continuó, con voz más dulce: Creo que nunca volveré aquí... Voy á vender Villa-Sirena. Don Marcos desciende por los jardines públicos hacia la plaza del Casino, en conversación con un militar.

«¡Chaumont! ¡Diez minutos y fondaAquí es donde Delaberge ha de bajar. Arregla su equipaje y se asoma a la portezuela buscando en los andenes al inspector provincial, su antiguo camarada de Escuela a quien advirtió de su llegada y en cuya casa se ha de hospedar. Allí está, en efecto, el inspector buscando también a su amigo.

La rotonda va ocupada por el hombre de las provisiones: una robusta señora que lleva un niño de pecho y un bambino de cuatro años, que salta sobre sus piernas para asomarse de continuo a la ventanilla; una vieja verde, llena de años y de lazos, que arregla entre las piernas del suculento viajero una caja de un loro, e hinca el codo para colocarse en el costado de un abogado, el cual hace un gesto, y vista la mala compañía en que va, trata de acomodarse para dormir, como si fuera ya juez.

Pase los Andes cuanto antes; al otro lado está Chile, y allí puede usted esperar... En el mundo todo se arregla, bien ó mal; pero todo se arregla. El francés habló con desaliento. No tenía dinero; lo había gastado todo en aquella fiesta, que ahora le parecía un disparate. ¿Cómo vivir en Chile, donde no conocía á nadie?...

Y pongamos también por caso que al fin se arregla tan hábilmente el organismo de la sociedad, que el vicio siempre es castigado y la virtud premiada siempre. Pues en mi sentir, no podría ocurrir nada peor. Entonces que la virtud no sería sino un nombre.

Tiene razón cuando me dice: «¡Oh!, esté usted tranquila, que si esto no se arregla por bien, como yo espero, entonces... ahí tenemos los tribunales. ¡Es asunto ganado!». ¡Oh! , los tribunales. ¡Qué bonitos son los tribunales!... Todo será cuestión de algunos meses. Después...».

Ya he usado bastante el mío, no me ha traído más que desgracia, y quisiera dejarlo en Francia junto con mis vestidos viejos. Tiene usted razón. Eso es lo que se llama cambiar de piel. Ya hablaré de usted a la señora y si se arregla todo, le escribiré. Le Tas volvió la misma noche a París. Mantoux, llamado Poca Suerte, creyó haber hallado un hada bienhechora bajo la envoltura de un elefante.

El útero, foco de grandes escitaciones nerviosas, es al parecer muy susceptible á la accion del café: este medicamento disminuye y arregla el flujo catamenial en las mujeres muy impresionables; calma los dolores violentos del parto, y la escesiva sobreescitacion que le acompaña ó le sigue.