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Aquel célebre clamoreo evoca en los corazones recuerdos de aquéllos sobre cuyos corruptos cuerpos ha resonado muchas veces el azadón del sepulturero. Aquella campana, recalentada por los incesantes golpes del badajo, parece que se agita por la fiebre, y que a cada paso ha de romperse torturada por tanto martilleo.

Aquí le quiso Dios dar á entender los muchos trabajos que le tenía preparados para labrarle la corona de sus merecimientos, y fué de esta manera: Había acabado un día de decir misa, y mientras se retiraba á su aposento á dar gracias á Nuestro Señor, se vió como en éxtasis, cercado de una tropa de gente desconocida y se vió también á mismo cultivando la tierra con un azadón en la mano, lleno todo de sudor, sin que alguno de los presentes, movido á piedad, se determinase á quitarle de las manos aquel rústico instrumento y á ayudarle en aquel oficio.

Era una profunda grieta abierta en el terreno, a semejanza de las que resultan de un cataclismo; pero no había sido abierta por las palpitaciones fogosas del planeta, sino por el laborioso azadón del minero. Parecía el interior de un gran buque náufrago, tendido sobre la playa, y a quien las olas hubieran quebrado por la mitad, doblándole en un ángulo obtuso.

Todos sus abuelos habían dejado la vida entre aquellos terrones; estaban regados con el sudor da la familia; si no fuese por ellos, por los Barret, estarían las tierras tan despobladas como la orilla del mar.... Y ahora venía á apretarle la argolla, á hacerle morir con sus recordatorios, aquel viejo sin entrañas que era el amo, aunque no sabía coger un azadón ni en su vida había doblegado el espinazo.... ¡Cristo! ¡Y cómo arreglan las cosas los hombres!...

He vendido hasta mi sepultura por no tener sobre qué caer muerto; que la hacienda de mi padre Toribio Rodríguez Vallejo Gómez de Ampuero que todos estos nombres tenía se perdió en una fianza; sólo el don me ha quedado por vender, y soy tan desgraciado, que no hallo nadie con necesidad de él, pues quien no le tiene por ante, le tiene por postre, como el remendón, azadón, podón, baldón, bordón y otros así."

Pero más valiera el oro en las píldoras que en las letras, y de más provecho es. Y con todo, hay muy pocas letras con oro. Sólo el don me ha quedado por vender y soy tan desgraciado que no hallo nadie con necesidad de él, pues quien no le tiene por ante le tiene por postre, como el remendón, azadón, pendón, blandón, bordón y otros así.

El oficio es fácil de aprender y el instrumento que vale para la confección o fabricación, o sea la lengua o la pluma, se maneja con menos esfuerzo y más naturalmente, no ya que el cincel o el pincel sino que el azadón o el almocafre, por donde toda persona algo educada escribe o puede escribir novelas.

Meneó el peón la tostada cabeza. Un bocadito, un bocadito.... Y sin más explicaciones, emprendió otra vez su desmayada faena, manejando el azadón lo mismo que si pesase cuatro arrobas. Se resignó el viajero a continuar ignorando las leguas de que se compone un bocadito, y taloneó al rocín.

Cuando estaba bueno el tiempo, solía ir directamente a las fincas donde trabajaban, sin pasar por casa. Allí se sentaba sobre el césped, a la sombra de un árbol, dándoles conversación cuando el trabajo era en los prados, o bien sobre una cesta con la sombrilla abierta, si en los maizales. A veces ponía empeño en ayudarles, tomando el azadón, la pala o la guadaña que le prestaba por algunos momentos el criado o Rafael: acometía con ardor la tarea bajo la mirada burlona de Tomás y sus hijos, que hacían alto para contemplarle: golpeaba con todas sus fuerzas y sin compás alguno la tierra, sudaba, se inflamaba y al poco rato soltaba el instrumento, rendido y jadeante, pálido de fatiga. Hombres y mujeres reían al verle en aquel estado y le aseguraban, bromeando, que no servía para aldeano.

Sin querer acercarse a la ciudad, y apartándose de los senderos, descubrió por fin, en el flanco de la montaña, una gruta escondida entre malezas y arbustos. Había en su interior una mesa hecha de ramas de alcornoque sin descorchar, un tintero de raíz de naranjo, un taburete, un azadón y varios cacharros hundidos en el lodo.