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«El mundo entero aplaudirá ese golpe, «La humanidad consagrará loores, «Y el cincel de los grandes escultores «Os armará del salvador puñal. «Himnos sin cuento os rendiran los vates, «Párvulos tiernos, santas bendiciones, «Casta doncella, puras emociones, «Y admiracion la noble ancianidad.

Esta torre no está arruinada; conserva hoy toda su altura primitiva, que pasa de cien pies, y las hiladas regulares de granito que componen el magnífico aparato octogonal, le dan el aspecto de un trozo formidable cortado ayer, por el más puro cincel. Nada más imponente, más orgulloso ni más sombrío que este viejo torreón, impasible en medio de los tiempos, y aislado en la espesura de los bosques.

Tiene arranques sublimes en que parece que la tierra se levanta o el cielo se desploma. Tiene voces que gimen, términos que gritan, giros que rimbomban. Se escucha vuelo de pájaros y fuego de fusilería. Su dibujo es línea recta; su corte, el del diamante. Es paleta y es cincel. Es terso y es hondo. Palpita y regolfa. Su ritmo es una nave que se aleja; su dialéctica, escuadra que combate.

La iglesia de los Agustinos vale la pena de ser vista por mas de un concepto: aparte de la belleza del edificio, el célebre Canova tiene allí una de las mejores páginas que en mármol ha escrito su inspirado cincel.

La pureza de las formas, la suavidad de los contornos, la finura prodigiosa de las líneas, todo revela el cincel griego: Canova, digno rival de Fidias, ha enriquecido tambien este delicioso gabinete de escultura con obras brotadas de su mente: cuéntanse cinco ó seis bustos acabados de este maestro.

Cierto que al contemplar la amenidad de todo aquel extenso paraje, la grandiosidad de sus edificios y las bellezas todas que rodeaban la casa de Don Fernando Colón, justamente pudo éste recomendar á sus descendientes que conservasen el suntuoso edificio y su magnífica huerta porque «según había visto sitios de casas por la cristiandad, ninguno pensaba haber mejor». De propios y de extraños era con razón celebrado, y aún más, si se atiende á que por aquellos años, el ilustre hijo del Almirante, cuidábase preferentemente de terminar el adorno de la fachada, enriqueciendo con los primores del cincel aquel venerando asilo de las ciencias, en el cual pensaba pasar los años de su vida, trocando las inquietudes y falácias de la corte, en que había vivido los años de su juventud, por el dulce sosiego y apacible deleite del estudio.

Se parecen mucho, , las obras de la fuerza a las de la paciencia. Hombres negros, que parecían el carbón humanado, se reunían en torno a los objetos de fuego que salían de las fraguas, y cogiéndolos con aquella prolongación incandescente de los dedos a quien llaman tenazas, los trabajaban. ¡Extraña escultura la que tiene por genio al fuego y por cincel al martillo!

Descansa en esa almohada Con la frente coronada De laurel; Y no te importe que el hombre No haya gravado tu nombre Con cincel. Porque un dorado letrero Se compra por el dinero Con baldon; Mas no se compra la gloria, Ni en el templo de la historia La mansion. has dejado tus canciones Que á nuevas generaciones Pasarán, Y que ante el génio postrados Nuestros hijos estasiados Leerán.

Poco se cura de los contrafuertes: hunde en la roca viva sus cimientos tallados al cincel, y sobre una base de sesenta pies de anchura, se yergue su columna de veinticuatro pies de diámetro. Toda la obra está tan bien ajustada que el cimiento fué cosa superflua.

Ariel es el imperio de la razón y el sentimiento sobre los bajos estímulos de la irracionalidad; es el entusiasmo generoso, el móvil alto y desinteresado en la acción, la espiritualidad de la cultura, la vivacidad y la gracia de la inteligencia, el término ideal a que asciende la selección humana, rectificando en el hombre superior los tenaces vestigios de Calibán, símbolo de sensualidad y de torpeza, con el cincel perseverante de la vida.