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Desta isla digo que salieron Las balsas, se atraviesa la corriente Del rio, que Uruguay, indios pusieron Por nombre: tierra firme está de frente; Las balsas allá van, mas no pudieron Las olas contrastar, que no consiente La fuerza del canal remo ni pala, Que todo lo abandona y lo desvala.

Cuidá entretanto de ese maula para que no se escape. Tomá la pala y si quiere irse, le partís la cabeza. ¿Has oído?... Era imposible una entonación de voz más despótica y absoluta que el que usara el Chucro con la Pepa. Y la Pepa acataba sus órdenes como si emanasen de un dios, ¡ella, que antes impusiera siempre su voluntad a su marido y le mandara a modo de dueña.

Cuando sirvan el pescado puedes sacar la pala de plata, pero no pases de ahí. Sería capaz de darnos un escándalo si viera lo demás que reservamos para los convidados de otra clase. Los cubiertos de plata antigua, piezas soberbias labradas a martillo y heredadas del Fraile, fueron colocados junto a los platos. Todo estaba bien.

Son, en efecto, muy fuertes, y manejan con destreza y vigor la ancha y corta pala que les sirve de remo, al par que de timón. Hubiéramos querido visitar de noche el pueblo de Pasig para ver el uniforme que usan los serenos, de que nos habla Mr. Jagor, en sus Viajes por Filipinas.

Llevábamos un ancla pequeña de cuatro uñas, atada a una cuerda, y un achicador consistente en una pala de madera para sacar agua. Iríamos dos remando y uno en el timón, y nos reemplazaríamos para descansar.

Los dependientes que estaban haciendo el recuento y balance, metían en las arcas de hierro los cartuchos de oro y los paquetes de billetes de Banco, sujetos con un elástico. Otro contaba sobre una mesa pesetas gastadas y las cogía después con una pala como si fueran lentejas.

Advertido de su distracción, apostrofolo el Chucro, apuntándole al pecho con la carabina: ¿Por qué te quedas papando moscas? ¡Acabá de una vez el pozo, si no querés que te entierre antes que al comisario! Peñálvez se secó el sudor de la frente y siguió cavando. Entre los golpes de pala cavilaba cómo daría, cuando volviera, la noticia de su viudez a la mujer del comisario.

El hercúleo trabajo proseguía, la pala temblaba bajo el agua, pero era arrastrado a pesar de todo. Al fin se rindió; cerró más el ángulo de abordaje, y sumó sus últimas fuerzas para alcanzar el borde de la canal, que rasaba los peñascos del Teyucuaré.

Otra sonrisa, nein, y un movimiento negativo de cabeza. ¡Ah, ladrón! ¡Cómo abusaba de su necesidad!... Y sólo cuando le hubo entregado cinco monedas pudo adquirir el paquete de víveres. Pronto notó en torno de su persona una conspiración sorda y astuta para apoderarse de su dinero. Un gigante con galones de sargento le puso una pala en la mano, empujándole rudamente.

La tripulacion de la canoa de guerra se compone de doce soldados con su alferez, y ocho ó nueve negros remeros de pala con sus uniformes. El alferez tiene en la canoa para defensa del sol y de la lluvia su carroza muy buena con cortinas y asientos. Los soldados llevan tambien en medio de la canoa su toldo acomodado para su resguardo.