United States or Peru ? Vote for the TOP Country of the Week !


Pero aun valiéndose de este auxilio, el español sabía poca cosa de su existencia. Algunas veces nombraba á Jaurés y á otros oradores socialistas. Su medio de vida más seguro era traducir para los periódicos del partido. En varias ocasiones se le escapó el nombre de Siberia, declarando que había estado allá mucho tiempo. Pero no quería hablar del lejano país visitado contra su voluntad.

Era Jaurés, su amigo Jaurés, que antes de ir á la Cámara daba un paseo hasta el Arco desde su casa de Passy. Le gustaba situarse donde nos hallamos en este momento. Contemplaba las avenidas, los jardines lejanos, todo el París que se ofrece á la admiración desde esta altura. Y me decía conmovido: «Esto es magnífico.

Al día siguiente de la muerte de Jaurés, el 1.º de Agosto á media tarde, la muchedumbre se agolpó ante unos pedazos de papel escritos á mano con visible precipitación. Estos papeles precedieron á otros más grandes é impresos llevando en su cabecera dos banderitas cruzadas. «Ya llegó; ya es un hecho...» Era la orden de movilización general. Francia entera iba á correr á las armas.

El ruso, que conocía á los políticos avanzados, le estaba dando cuenta de las gestiones realizadas por Jaurés para mantener la paz. Aún había muchos que sentían esperanzas. El, Tchernoff, comentaba estas ilusiones con su sonrisa de esfinge achatada. Tenía sus motivos para dudar... Pero sonó el timbre otra vez, y el español corrió á abrir, abandonando á su amigo. Un señor deseaba ver á Julio.

Una de las perspectivas más hermosas que pueden encontrarse en el mundo...» ¡Pobre Jaurés!

En una de estas noches de sincero entusiasmo fué cuando los dos amigos escucharon una noticia inesperada, absurda: «Han matado á JaurésLos grupos la repetían con una extrañeza que parecía sobreponerse al dolor: «¡Asesinado Jaurés! ¿Y por quéEl buen sentido popular, que busca por instinto una explicación á todo atentado, quedaba en suspenso, sin poder orientarse. ¡Muerto el tribuno precisamente en el momento que más útil podía resultar su palabra de caldeador de muchedumbres!... Argensola pensó inmediatamente en Tchernoff: «¿Qué dirá nuestro vecino?...» Las gentes de orden temían una revolución.

Es preciso que alguien dirija y que los demás sigan, por voluntad, por consentimiento... pero que sigan. Cuando llega la guerra se ven las cosas de distinto modo que cuando uno está en su casa haciendo lo que quiere. La noche que asesinaron á Jaurés rugió de cólera, anunciando que la mañana siguiente sería de venganza.

Por la virtuosidad de sus ideales y la austeridad de su vida de varón tranquilo y fuerte que "iba armado con aquel invulnerable escudo de la bondad y de la justicia que permitía a M. Bergeret recoger la piedra que una multitud enfurecida le arrojaba porque se había atrevido a decir la verdad y murmurar sonriente: es un argumento cuadrangular", podemos considerarlo como el tipo ideal del ciudadano que dijera de Alberdi, Jaurés, en la más honrosa expresión del término y maestro del pueblo también, ya que no pasó su vida como tantos escritores de serrallo lejos de la vida colectiva y de su época tejiendo filigranas y arabescos, sino que dedicola en sus últimos y laboriosos años a instruir al pueblo y la juventud, desde la cátedra, con libros, folletos, conferencias públicas, para libertarlo de los dogmas religiosos y de prejuicios y rutinas de toda índole, después de haberse libertado a mismo por la sabiduría; y porque es un alto exponente de energía, de labor, de esfuerzo propio, es digno de presentarse como un modelo, a los jóvenes y a los hombres de trabajo que luchan en la pobreza por mejorarse día a día, llevando prendido al alma un sano y noble ideal.

La idea de erguirse ante los poderosos y humillarse ante los humildes, que, haciendo al hombre gentil con las mujeres, blando con los niños y duro con los bellacos, viene suprimiendo el látigo en las escuelas, las cadenas en las prisiones y el garrote en los hogares, esta idea matriz de la civilización contemporánea, derivada del principio de la igualdad de todos los hombres, es un concepto nuevo de la personalidad, procedente del derecho humano, en contraposición al derecho divino y netamente expresado por Jaurés el 11 de Febrero de 1895, en la cámara de diputados de Francia, en estos términos: "Si Dios apareciese delante de la multitud en forma palpable, el primer deber del hombre sería rehusarle obediencia, y considerarlo como un igual con quien las cosas han de ser discutidas, no como un amo a quien debemos someternos".