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Julio estaba herido. Pero al mismo tiempo que recibía la noticia con un retraso lamentable, Lacour le tranquilizó con sus averiguaciones en el Ministerio de la Guerra. El sargento Desnoyers era subteniente, su herida estaba casi curada, y gracias á las gestiones del senador vendría á pasar una quincena de convalecencia al lado de su familia.

En 1606, cuando marchó con licencia el Embajador D. Baltasar de Zúñiga, pidióle con lágrimas que hablara en su favor al Rey, y así hubo de prometérselo por continuación de las gestiones anteriores, dejando en su sér las esperanzas que, un año más tarde, pintaba esta carta al Condestable de Francia: «De no nada, sino que de cualquier manera, con la llegada de D. Baltasar de Zúñiga, ó vuelta por mejor decir, espero alguna resolución, y por lo menos desengaño, que éste es el término que he puesto á este encanto, como lo escribí ayer al Rey Cristianísimo, con que me echaré á vivir y morir sin más padescer los tormentos de esperanzas humanas, que aunque las conozco y sus engaños, he tenido por obligación hacer esta última prueba, porque vea el mundo que no quedó por bizarría ni falta de todas justificaciones en cuanto á ha sido.

Algunos años después, un piadoso testamento legó la finca a la comunidad vecina, y en nuestro siglo descreído y rapaz, la desamortización incluyó en los bienes nacionales aquella adquisición que los pobres frailes debían a las legítimas gestiones de un confesor o al tardío arrepentimiento de un moribundo.

Fueron inútiles cuantas gestiones hizo para averiguar su paradero. Afortunadamente la Providencia se encargó de llevarlo a sus brazos. Santiago reía unas veces, lloraba otras mostrando siempre el carácter franco, generoso y jovial de cuando niño. Paró el coche al fin. Un criado vino a abrir la portezuela. Llevaron a Juan casi en volandas hasta su casa.

Además, ponían en el negocio su inteligencia, que es lo principal. Quedóse con las cuarenta y una restantes, don Rosendo. Grandeza singular de ánimo que causó excelente impresión en todos. Despacháronse emisarios a Lancia en busca de imprenta. No habiendo dado resultado sus gestiones, el mismo fundador se trasladó a la ciudad.

Algún efecto produjeron las últimas gestiones: el Conde de la Rochepot, enviado como Embajador á España en 1600, recibió encargo de interesarse por Pérez con la eficacia que acredita el siguiente párrafo de las instrucciones: «Cuidará particularmente de inquirir lo que podrá hacerse en favor del Sr.

, hijo, ; ya hace tiempo que se ha agotado. Pero papá me ha llamado el otro día a su cuarto y me dio dinero. El semblante de Mario se oscureció. Quedó profundamente pensativo. No, aquello no podía tolerarse. Era preciso buscarse alguna ocupación donde quiera que fuese. Hasta entonces todas sus gestiones habían sido infructuosas.

Comenzó a dudar de la eficacia y prudencia de sus gestiones; recapituló los incidentes de su entrevista con Carolina, y casi atribuyó el mal éxito a su propia torpeza. No obstante, la señora de Ponce esperaba tan paciente y confiada, que llegó a quebrantar los presentimientos de Príncipe.

Lo que la inquietaba seriamente era la posibilidad de una de esas curaciones maravillosas que echan por tierra todos los cálculos de la prudencia humana. Comenzaba a odiar al doctor Le Bris, tanto por sus escrúpulos como por su talento. Para acabarse de tranquilizar se prometió cortar en flor las gestiones de don Diego, hasta que ella hubiese tomado todas sus precauciones.

á lo que se expone una mujer cuando va á solicitar el apoyo de los hombres. No... Eso sería peor que la cárcel. Y por las pupilas de Torrebianca, que mostraba á veces un temor pueril y á continuación una gran energía, pasó cierto resplandor agresivo al pensar en los peligros á que podía verse expuesta la fidelidad de Elena durante las gestiones hechas para salvarle.