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Los del billar dejaron los tacos para venir a la sala de las mentiras a cazar noticias; hasta los de arriba, los del cuarto del crimen, que solían dejar que pasaran revoluciones sin darse por entendidos, mandaron sus emisarios abajo para saber lo que ocurría. Un desafío en Vetusta era un acontecimiento de los más extraordinarios.

La Constitucion, promulgada aun no hacia tres meses, quedó en suspenso de este modo; y mientras que el jefe absoluto fijaba su cuartel general en Maracay, y en Varinas se juntaba una fuerza considerable de caballeria, y salian emisarios en busca de hombres, buques y subsistencias, Ustáriz, elevado al cargo de gobernador de Valencia, se veia abandonado de sus tropas y, dejando la plaza en poder de Monteverde, se retiraba á la Cabrera.

Uno de ellos manda en la parte del O, fronteras de Cuyo, Córdoba y montes de su comprension, desde las sierras hasta el Rio Negro, y sobre las costas del mar hasta nuestros establecimientos. He tratado á los dos, el primero en el centro de los terrenos de su gobierno, y el segundo por medio de este, y emisarios que se le remitieron para que ocurriese á un parlamento.

Tantas idas y venidas, tantos embajadores o emisarios diferentes, ya simultáneos, ya sucesivos, frailes, santos, grandes de España y jurisconsultos, que ya se movían de acuerdo, comunicándose sus impresiones, ya se recataban unos de otros por orden del mismo rey, ya se entendían directamente con éste, ya unos con un secretario y otros con otro, porque el rey recelaba de todos, todo esto, me pregunto yo: ¿era indispensable, para apoderarse de Portugal sin gran violencia y sin ofender demasiado a los portugueses? ¿Se debió entonces a la rara circunspección del rey la tan deseada unión ibérica o se debió a que la ocasión era propicia: a que estaba de Dios, como vulgar, sabia y cristianamente se dice?

Para Apolonio, un par de botas, aunque la máquina interviniese en algunas costuras accesorias, debía estar, en sus articulaciones esenciales, cosido a mano. Cuando los emisarios del cardenal Besarión vieron en casa de Constantino Lascaris el primer libro impreso, burláronse riendo de la estúpida invención, y dijeron: «Entre los bárbaros tenía que nacer la ocurrencia, y en una villa de Alemania.

Enterado muy por menor el Exmo. Señor Gobernador de las precedentes ocurrencias, y convencido de la nulidad de las ofertas de caciques subalternos, mientras los ulmenes no asistiesen á sus propuestas, procuré atraer á estos por medio de emisarios que se le remitieron por mi conducto, y solo pudo conseguirse la comparecencia de aquel del O, que yo habia tratado en el centro de su gobierno, el cual se presentó con otros caciques sus subalternos ante el Superior Gobierno, quien desde luego en la conferencia que presencié, no distó de asentir á la solicitud del establecimiento de nuevas poblaciones con bastante llaneza.

Es usted muy modesto... Eso prueba que aprecia usted menos que yo la existencia, que yo tengo la debilidad de querer conservar... Figúrese usted, señorita, que mi tío y yo estábamos cautivos de una tribu de tuaregs... ¿Conoce usted a esa gente?... mucho color local... pero de relaciones poco sociables... Afortunadamente, el capitán, de vuelta de una expedición al Sur, supo por sus emisarios nuestra triste posición, y, sin importarle nuestra nacionalidad, lo que fue enteramente amable, consiguió librarnos con un puñado de bravos y nos ofreció una hospitalidad... francesa en su blockhaus.

Asegurábase además, que el gran turco, a quien arrebataban los portugueses en la India el fructuoso comercio que hubiera acrecentado y hecho incontrastable su poder, había alentado, por medio de emisarios secretos, y tal vez con promesas de auxilio, a varios rajaes o príncipes soberanos indostaníes, mahometanos unos y gentiles otros, para que contra Portugal se ligasen y armasen.

Pero las puertas del castillo estaban bien guardadas por soldados españoles, y no dejaron pasar a mis emisarios. Poco después, presentóseme el oficial que los mandaba, y me dijo respetuosamente: »Vengo a cumplir una orden bien sensible para . Estoy encargado de prender a usted. »A , señor oficial? », a la condesa de Pópoli. »¿De orden de quién? »Del Rey.

Cuando supo el juramento de su amante, que no le cogió de sorpresa, pues conocía demasiado bien su temperamento, para evitar aquella dolorosa muerte prematura, mandó repetidos emisarios ofreciéndola grandes cantidades de dinero, recoger y educar a su hijo, y mantenerla a ella sin trabajar. La feroz costurera había rechazado con indignación todas las ofertas.