United States or Brazil ? Vote for the TOP Country of the Week !


¡Dios mío, haz que Pepita me olvide: haz, si es menester, que ame a otro y sea con él dichosa! ¿Puedo pedirte más, Dios mío? Mi padre no sabe nada; no sospecha nada. Más vale así. Adiós. Hasta dentro de pocos días, que nos veremos y abrazaremos. ¡Qué mudado va Vd. a encontrarme! ¡Qué lleno de amargura mi corazón! ¡Cuán perdida la inocencia! ¡Qué herida y qué lastimada mi alma! Paralipómenos

¿No serás el que me engañas...? Mira, Germán, voy a pedirte un favor y es que me hables con toda franqueza. que por condescendencia, por lo bueno que eres y por lo mucho que me quieres, serías capaz de fingir que vas contento a Madrid aunque te disguste. Me parece gran locura ese disimulo.

La maldición de los creyentes ha caído sobre . Me arrojan por haberte salvado la vida. ¡No importa! Sólo quiero pedirte, como única paga, que si has de denunciallos a la justicia, avises a estas dos buenas mujeres, con holgado tiempo, para que puedan huir. Ramiro accedió con un signo de cabeza. ¿Lo prometes por tu honra? preguntole en seguida. contestó el mancebo. ¿Lo juras? Lo juro.

»En la entrevista que tuve con él, para pedirle ambos favores, me dijo: »A mi vez, tengo también alguna cosa que pedirte. »Todo lo que quiera usted, querido tío le contesté, se lo concedo por anticipado. »Está bien me dijo abrazándome, favor que nunca me había hecho; no olvides esta palabra, te la recordaré pasadas algunas semanas.

«No basta escribía , ¡oh mi Dios!, que yo me confiese contigo. ¿Qué tinieblas no penetras con tu claridad? ¿En qué abismo no se hunde tu mirada? lo sabes todo. Nada tengo que decirte. Sólo debo pedirte perdón. Pero el peso de este misterio de mi alma me abruma, mientras sin tomar forma, sin revestirse de la palabra, vive en mi centro, conociéndole solo.

¿Qué carne humana vendría aquí, hijo, dijo la madre, cuando ni los pájaros llegan a estos lugares? Pero él siguió gritando: ¡Hu-u-u-u! a carne humana huele aquí! Su madre puso la mesa, y después que hubo comido, le dijo: 100 Tengo que pedirte un favor. ¿Quieres concedérmelo? Hable Vd. señora le dijo.

¡Punto ahí, Marcelo!... porque ya me concedes hasta más de lo que yo me hubiera atrevido a pedirte... ¡Y Dios te lo pague en la medida de lo que yo lo aprecio! Enseguida me abrazó muy conmovido; abracéle yo a él también al mismo tiempo, y no muy sereno que digamos, y abrazados estuvimos lo bastante para que yo percibiera el acelerado compás de su respiración.

Casi siento la tentación de pedirte prestados tus treinta mil francos. Los dos rieron ante la idea de este préstamo. ¡Ella que había venido á suplicarle como deudora!... Ignoro lo que podré hacer por ti; no cuál es mi situación; pero haré cuanto pueda. Esperemos; hay que tener paciencia. Estos tiempos no pueden durar. No; no pueden durar.

Cuando D. Luis vio a Antoñona arrugó el entrecejo, mostró bien en el gesto lo que le contrariaba aquella visita y dijo con tono brusco: ¿A qué vienes aquí? Vete. Vengo a pedirte cuenta de mi niña contestó Antoñona sin turbarse , y no me he de ir hasta que me la des. Enseguida acercó una silla a la mesa y se sentó en frente de D. Luis con aplomo y descaro.

Hubo otra pausa. Se quedó pensativo y miró dos o tres veces de soslayo a su hermana, como si no se atreviese a manifestarle lo que cruzaba por su mente. Al fin se aventuró a decir: Todavía tengo que pedirte otro favor, Julita. Ya cuál es: que escriba a Maximina, ¿verdad? ¡Qué talento tan prodigioso!