Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 14 de octubre de 2025
Y mi padre... y la casa donde he nacido... y la celosía verde que yo levantaba tan a menudo cuando tú pasabas, y la vieja iglesia de San Juan, donde por primera vez, mientras yo oraba, murmuraste a mi oído: «¡Anita mía, te amo!»... ¡Y ya ves si la Virgen me protege! en el momento en que tú me decías: «¡Te amo!», yo acababa de pedirte tu amor, prometiendo una novena a Nuestra Señora repuso Anita, porque su esposo había acabado por pensar en voz alta . Escucha, Carlos mío suspiró , júrame, ángel mío, que dentro de veinte años diremos otra novena a la Virgen para darle gracias por haber bendecido nuestra unión.
He detenido mi cólera y dejo que tú pronuncies la sentencia. ¿Qué sentencia? preguntó Juan Claudio. El loco, sin contestar, prosiguió en voz baja y solemne: Henos los dos aquí, como hace mil seiscientos años, en vísperas de una gran batalla. En aquella ocasión, yo, jefe de tantos pueblos, fui a tu clan para pedirte que me franquearas el paso...
¿A dónde quieres llevarme? Yo no voy sino a mi casa. Por ahora bajemos a la Castellana, para que veas cosa buena. Sí, sí, a la Castellana. Mi tío el Canónigo me decía que es cosa sin igual la Castellana. Escribiré mañana a tu tío el Canónigo. ¿Para qué? Para pedirte. Agárrate de mi brazo. Vamos aprisa... Cuando digo que me caso... Sí, estudiante y todo.
Vengo a pedirte cuenta de tu conducta y de tus promesas.
Y se puso a sollozar, hablando, con la voz entrecortada. Perdóname, Raquelita, perdóname. Ya sé que no tengo ni el derecho de pedirte perdón. Cuando debí hacerlo, te insulté. Sí, he sido contigo demasiado mala. Ya no lo soy. He perdido todo mi orgullo odioso. No, no me mires con ese modo asombrado.
Si alguna mujer hermosa veniere a pedirte justicia, quita los ojos de sus lágrimas y tus oídos de sus gemidos, y considera de espacio la sustancia de lo que pide, si no quieres que se anegue tu razón en su llanto y tu bondad en sus suspiros. Al que has de castigar con obras no trates mal con palabras, pues le basta al desdichado la pena del suplicio, sin la añadidura de las malas razones.
Entonces ocurrió un incidente que no sólo suavizó mi humor, sino que hasta modificó sensiblemente mi juicio sobre nuestro primo. Hacía cuatro días que Roberto estaba en casa, cuando vino a buscarme de improviso y me dijo: Olguita, quisiera pedirte algo; ¿no vendrías a hacer un paseo a caballo conmigo? ¡Qué honor! repliqué.
¿Qué carne humana puede venir aquí cuando ni los 125 pájaros del cielo llegan a estos lugares? Siéntate a comer y hablaremos. Después que hubo comido le dijo su madre: Quiero pedirte un favor, si me lo concedes. Hable Vd., señora, y se lo concederé contestó él. 130 Ha venido aquí una niña en busca de su marido, el príncipe Jalma. ¿Tú le conoces?
No te asustes; al pedirte yo lo que te pido, he pensado, primero, en procurarte los medios de hacerlo, porque yo no soy tan insensato que pida imposibles. Por eso he abierto camino al duque de Uceda hasta el rey. Por eso he procurado que tus enemigos, sin vencerte, se crean de nuevo en posición de hacerte la guerra. Para que volviese á la corte el conde de Lemos, era necesario hacer todo eso.
Así, pues, ¿amas a Magdalena? ¡Claro está! Por eso vengo a pedirte... ¡Calla, desgraciado! ¡Está de Dios que siempre llegues tarde! Yo también la amo. ¿Qué dices? ¿Que tú la amas? Sí, y es el caso... ¿Qué?... Que ayer mismo pedí y obtuve su mano. ¿La mano de Magdalena? Sí: la mano de Magdalena.
Palabra del Dia
Otros Mirando