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Actualizado: 19 de mayo de 2025
En efecto; pero como yo he pensado buscaros á vos, antes que vos pensárais en buscarme á mi, me corresponde de derecho empezar primero. Y empiezo... pidiéndoos la mano, que el corazón no, para un amigo mío. Si volvéis con ese enojoso asunto... dijo severamente doña Clara.
Como mi padre me ha prohibido que ande de noche sin abrigo, metime en la cabaña de Romolinos, y la Nela corrió a mi casa a buscarme el gabán. Al poco rato de estar en la cabaña, acordeme de que un amigo había quedado en esperarme en casa; no tuve paciencia para aguardar a la Nela, y salí con Choto. Pasaba por la Terrible, cuando le encontré a usted.... Pronto llegaremos a la herrería.
Desde hace más de tres meses que arreció el trabajo, vienes casi todas las noches a buscarme, y para una vez que consigo acabar temprano y podemos ir un rato al café o a dar vueltas charlando por las calles, lo general es que tengas que quedarte allí conmigo corrigiendo galeradas. Al principio no sabías lo que te pescabas, lo que tú corregías tenía yo que volver a mirarlo.
Ya, señor, sabéis la riqueza y la nobleza de mis padres, y como yo soy su único heredero: si os parece que éstas son partes para que os aventuréis a hacerme en todo venturoso, recebidme luego por vuestro hijo; que si mi padre, llevado de otros disignios suyos, no gustare deste bien que yo supe buscarme, más fuerza tiene el tiempo para deshacer y mudar las cosas que las humanas voluntades.
A Serafina le había sabido a gloria la vida de señora de pueblo que había hecho junto a Reyes; de una señora con unas relaciones prohibidas, eso sí, pero sólo aquellas. «El maestro, seguía diciendo la carta, ha prometido volver a buscarme en cuanto haya una contrata aceptable; pero el tiempo vuela, yo me desespero. Mochi no viene, y estoy delicada, nerviosa, muy triste... y muy pobre.
Ahora lo recuerdo con desprecio. Por eso vivo en Monte-Carlo: tengo la corazonada de que la suerte volverá á buscarme aquí y no en otra parte. ¿Tú no juegas? Se irritó Miguel ante esta pregunta. ¿No le había dicho que estaba arruinado? ¿Iba á imitarla á ella, que empeoraba su situación perdiendo los restos de su fortuna? ¡Arruinado! exclamó Alicia . Tu mala época no puede ser larga.
Explíquese usted, doña Rita. ¿Por qué no viene usted a buscarme? ¡Conque usted no ha cumplido la orden de mamá! ¡Conque el general ha tolerado que Narcisito deje a usted plantada y se venga él en la berlina! ¡Doña Rita, es usted un monstruo! Pues, señor, meditemos con serenidad y con calma.
La abuela, que se reunió con nosotros en este momento, cambió con la de Ribert una mirada de inteligencia que me ruborizó... Por fortuna, la conversación tomó otro sesgo. ¡Dios mío, te lo ruego, haz que ni la abuela ni la de Ribert adivinen mi niñería! 10 de febrero. Francisca, extrañada porque no me encuentra en ninguna parte, ha venido a buscarme esta mañana.
Sí, sí, como que estaba junto a la ventana. Ah, ¡qué mujer! qué... Vamos, vamos, Reina, un poco de calma prosiguió el cura que estaba tembloroso y encendido. Esta misma noche escribiré a tu tío. Escribid pronto, mi querido cura. Lo que quiero es que venga a buscarme en seguida. Esperémoslo respondió al cura, sonriendo al mismo tiempo con bondad y con tristeza.
Afirmó solemnemente que Bruno se las había dado como un regalo de moribundo, y que la razón que tenía para buscarme era porque el viejo bandido, antes de morir, pidió ver la fotografía que estaba en su cofre de a bordo, y contemplándola un largo rato, le dijo en italiano, reflexivamente: «En esta casa vive el único hombre que conoce mi secreto.»
Palabra del Dia
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