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Actualizado: 12 de junio de 2025


Error! ¿No ha tolerado y aplaudido la supresion de los frailes que le eran tan queridos, como se decia? Yo pienso de distinto modo. Creo que solo dos poderes suprimirán en España, mejor que los reglamentos, las corridas de toros: las elecciones populares y los ferrocarriles, es decir la actividad de la industria y la locomocion, y la vigorizacion de la vida política.

Ella sintió crecer aquel desconsuelo que la oprimía y la angustiaba y le producía una irritación sorda, una amarga iracundia, que la llevaba a escarbar llena de saña en el basurero de su vida, buscando y enumerando las vergüenzas públicas, las inmundicias de todos conocidas, que le había tolerado, consentido y hasta aplaudido como amables pequeñeces aquel mismo Madrid que ahora le volvía la espalda, para arrojárselas a la cara, gritándole con muy buena lógica: «¿Acaso soy ahora peor que lo fui antes?... ¿Por ventura hace más fuerza en ti una calumnia anónima, levantada por pérfidos asesinos, que ese montón de lodo con que a todas horas te he salpicado el rostro?...».

No hubiera sido bien visto de don Celso que la requiriera allí de amores, suponiendo que la hubiera tolerado ella, y se consolaba con aquellas internas expansiones, tan poco disimuladas.

Doña Manuela iba entre tanto sometiéndose mansamente a la influencia de Tirso: su carácter débil aceptó la inclinación que éste quiso darle, como hubiera tolerado cualquier otra. Nadie hasta entonces la dijo lo que su pensamiento había de acoger o rechazar, y fue indiferente en religión por serlo los que la rodeaban, que a ser fanáticos en cualquier sentido, fuéralo ella también.

La primera regla que se ha de tener presente es no juzgar ni deliberar con respecto á ningun objeto miéntras el espíritu está bajo la influencia de una pasion relativa al mismo objeto. ¡Cuán ofensivo no parece un hecho, una palabra, un gesto, que acaba de irritar! «La intencion del ofensor, se dice á mismo el ofendido, no podia ser mas maligna; se ha propuesto no solo dañar sino ultrajar; los circunstantes deben de estar escandalizados; si no se tomase una pronta y completa venganza, la sonrisa burlona que asomaba á los labios de todos se convertiria irremisiblemente en profundo desprecio por quien ha tolerado que de tal modo se le cubriera de afrentosa ignominia.

Explíquese usted, doña Rita. ¿Por qué no viene usted a buscarme? ¡Conque usted no ha cumplido la orden de mamá! ¡Conque el general ha tolerado que Narcisito deje a usted plantada y se venga él en la berlina! ¡Doña Rita, es usted un monstruo! Pues, señor, meditemos con serenidad y con calma.

Pilar Gonzalvo era tolerada en las casas distinguidas de Madrid; ser tolerado es un matiz del trato social, y otro matiz ser admitido, como su hermano lo era: más allá del tolerar y del admitir queda aún otro matiz supremo, el festejar; pocos gozan del privilegio de que los festejen, reservado a las eminencias, que no se prodigan y se dejan ver únicamente de año en año, a los banqueros y magnates opulentos, que dan bailes, fiestas y misas del gallo con cena después, a las hermosuras durante un breve y deslumbrador período de plena florescencia, a los políticos que están en puerta como los naipes.

Esta explicacion no me satisfizo, porque bien se deja entender que aparte de que fué justa y ejemplar la sentencia de Marino, el senado y el dux no hubieran tolerado una manifestacion tan contraria á sus soberanos decretos. Nada repuse á mi compañero, callé y tan luego como supe donde estaba la Biblioteca, hice lo que siempre que tengo una duda, busco inmediatamente el medio de resolverla.

Los viejos aficionados protestaban sordamente. ¡Monerías! ¡payasadas que no se hubieran tolerado en otros tiempos!... Pero tenían que callarse, abrumados por el griterío del público. Cuando sonó el toque de banderillas, la gente quedó en suspenso al ver que Gallardo quitaba sus palos al Nacional y con ellos se dirigía hacia la fiera.

Pero entretanto había que hacer economías, y si Minghetti permaneció en el hotel Principal, aunque tampoco pagaba bien, por privilegio misterioso tolerado, Serafina y Julio tuvieron que reducirse a instalar sus personas y baúles en la mediana hospedería que, con el nombre de Fonda de la Oliva, sustentaba, con grandes apuros, el dueño del vetusto café del mismo nombre.

Palabra del Dia

irrascible

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