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En la actualidad tiene fábricas de papel continuo, de tejidos, de pan, de productos químicos, de harina, de calderería, de cerveza, de curtidos, de botones, de cola, de chocolate, de loza fina, de telas metálicas, de fundición, de cintas, de pasamanería, de platería, de herrería..... Muchas de estas cosas en pequeña escala; pero con grandes condiciones de vida y prosperidad.

Llegaron por fin a la calle de Zurita y se metieron en una herrería, grande, negra, el piso cubierto de carbón, toda llena de humo y de ruido. El dueño del establecimiento avanzó a recibir a la señora, con su mandil de cuero ennegrecido, la cara sudorosa y tiznada, y quitándose la porra, le dio sus excusas por no haber entregado los clavos bellotes.

En la puerta de la tapia me esperaba Allen con el caballo. Lo sostuvo de la brida para que yo pudiese montar, y me dijo: No necesitará usted guía, ¿eh? No. El caballo sabe el camino; le dejará a usted en la herrería de Aspillaga. Muy bien. La noche había aclarado; la luna, en creciente, aparecía envuelta en nubes, y su luz alumbraba con vaguedad el mar. El viento bramaba furioso.

El señor iba de caza como otras veces, pero ¡ay! tomaba el sendero de la montaña, iba hacia el bosque de pinos, en una de cuyas calvas estaba la herrería.

El ciego, poniéndose las manos en la boca en forma de bocina, gritó: No vengas, que voy allá. ¡Espérame en la herrería... en la herrería! Después, volviéndose al doctor, le dijo: La Nela es una muchacha que me acompaña; es mi lazarillo. Al anochecer volvíamos juntos del prado grande... hacía un poco de fresco.

Más de una vez he asistido a sesiones del Senado de plenipotenciarios, he oído durante tres horas a un ciudadano que tenía la palabra, que quedaba con ella al levantarse la sesión, sin poder darme cuenta del asunto que se discutía. Cada orador tiene el derecho, si así le conviene, de relatar las campañas de Alejandro, a propósito del establecimiento de una herrería en Boyacá.

Mi padre, que se encuentra enfermo, le suplica encarecidamente a usted que venga a verle lo más pronto posible; si puede, esta misma noche. Tiene que hablarle a usted de asuntos importantes. Si se decide a salir por la noche, a la salida del pueblo, en la herrería de Aspillaga, le esperará un amigo con un caballo. Mary A. Sandow. Bisusalde: Playa de las Ánimas

Al otro día apareció en la torre el muchacho de Can Mallorquí con aire misterioso. Tenía que contar a don Jaime cosas importantes. La tarde anterior, correteando en persecución de cierto pájaro por el pinar inmediato a la forja del Ferrer, había visto de lejos, bajo el cobertizo de la herrería, al verro hablando con el Cantó. ¿Y qué más? preguntó Febrer, extrañándose de que el muchacho callase.

¿Oye usted eso? preguntó al editor su amigo. ; es la chiquilla de los estanqueros. ¿Bonita? Un primor. ¿Se convence usted añadió el caballero de que si uno se propusiera buscarlas, encontraría mujeres para el teatro? Hombre, no sea usted niño. Desde que no quién encontró un tenor en una herrería, todo el mundo se maravilla de cualquier voz que escucha en cualquier parte.

Lo malo fué que á poco andar dieron con una herrería, donde se detuvieron para atender al caballo de Simón, que mucho necesitaba los servicios del herrero. En conversación con éste, contóle Simón su reciente encuentro y la gran compra que habían hecho; ver el rústico las reliquias y echarse á reir fué todo uno, y asiendo un cajón lleno de luengos clavos se lo presentó á Roger.