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Actualizado: 29 de mayo de 2025
No tenía valor, ni aun deseo de mandar a don Álvaro que se callase, que se reportase, que mirase quién era ella. «Bastante lo miraba, bastante se contenía para lo mucho que aseguraba sentir y sentiría de fijo». «No, no, que no calle, que hable toda la vida», decía el alma entera.
45 Porque el Hijo del hombre tampoco vino para ser servido, mas para servir, y dar su vida en rescate por muchos. 47 Y oyendo que era Jesús el Nazareno, comenzó a dar voces y decir: Jesús, Hijo de David, ten misericordia de mí. 48 Y muchos le reñían, que callase; mas él daba mayores voces: Hijo de David, ten misericordia de mí.
Iba a contestarle su padre, pero ella con un ademán le suplicó que callase; cree la infeliz que a mí se me oculta su estado y no quiere darme a conocer sus presentimientos y sus temores. Al poco rato me ha rogado que saliese del saloncito y que volviese a tocar aquel vals de Weber a que tanta afición muestra.
Soledad, avergonzada, reía también. Lo que es conmigo no gastarías tanta guasa, arrastrao dijo María-Manuela. ¿No tienes á tu disposición el dinero de la venta? añadió encarándose con Soledad. ¿Pues por qué no mandas por todas las yemas que se te antojen? Eso pregunto yo. ¿Por qué no manda? replicó Velázquez con retintín. Soledad hizo un gesto de impaciencia indicando á María-Manuela que callase.
Y como Lucía callase, interrogando sólo con el mudo y ardiente lenguaje de los ojos, prosiguió el vasco. Porque.... ¿no sabe la señorita? ¡Pues si fue el señorito Ignacio quien me colocó aquí!
Al cual mandó don Fernando que callase y no interrumpiese la plática de don Quijote en ninguna manera; y don Quijote prosiguió diciendo: -Digo, en fin, alta y desheredada señora, que si por la causa que he dicho vuestro padre ha hecho este metamorfóseos en vuestra persona, que no le deis crédito alguno, porque no hay ningún peligro en la tierra por quien no se abra camino mi espada, con la cual, poniendo la cabeza de vuestro enemigo en tierra, os pondré a vos la corona de la vuestra en la cabeza en breves días.
El padre Aliaga estaba inclinado hacia la chimenea, arreglando los tizones y pidiendo á Dios que el montero de Espinosa callase, porque no se atrevía á imponerle silencio ni con una seña. Sin saber por qué, no quería dar una muestra de desconfianza al bufón. Esperaba mucho de aquel hombre, y lo esperaba de una manera instintiva.
Y si sucedia, como acaeció muchas veces, llevar en mi compañia alguno ó algunos españoles, me separaba de ellos para hablar de estos asuntos, procurando salir al campo, ó á un rincon de la casa con el indio, á quien le prevenia que callase, si llegaba algun conmpañero mio, pues no convenia fiar á todos aquel asunto, porque como no eran prácticos en los ritos de la tierra, saldrian hablando y alborotando.
El doctor, inclinando hacia ella su encanecida cabeza, le suplicó que callase: bien claramente veía que todo había acabado y ya sólo deseaba retardar cuanto pudiera la eterna separación.
En vano Melia le hacía signos de que se callase, mostrándole a Kernok dormido; Zeli, que no se atenía más que a la orden que había recibido, repitió con una voz más fuerte: ¡Capitán, todo está dispuesto! ¡Eh!... ¿qué hay?... ¿qué es eso?... dijo Kernok desprendiéndose de los brazos de la joven. Capitán, todo está dispuesto repitió Zeli por tercera vez, con una entonación aún más elevada.
Palabra del Dia
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