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Actualizado: 5 de septiembre de 2024


Era él, se sentía enfermo, iba a morir. Su corazón estaba herido, traspasado tal vez por misteriosas melodías, cómo esos corazones de virgen que sangran en los altares erizados de espadas. Leonora le vio más pequeño de lo que realmente era; encogido y quebrantado por el dolor, inclinando su enorme cabeza de genio sobre el pecho de su esposa Cósima. Le veía aún como si le tuviera delante.

Señalando la página e inclinando su cuerpo sobre el brazo del sillón, miró pensativamente hacia afuera, a través de los viejos vidrios sujetos por tosca malla de plomo. Espeso nublado, cuya cepa debía prolongarse hacia el naciente, asomaba por encima de las murallas.

Lleva unas botas blancas de verano, pero están muy estropeadas; el traje es de verano también, y la chaqueta, abrochada y subida, oculta el cuello juntamente con un pañuelo de seda. Estamos ya a principios de invierno, y este viejo debería llevar un traje de abrigo; pero no lo lleva. Y por eso, sin duda, tose pertinazmente, inclinando su cuerpo flaco, poniéndose la mano delante de la boca.

Por entre los pliegues de la cortina se veía un gran lecho matrimonial de palo santo, y cerca de él otro pequeñito de niño: la estancia, esclarecida débilmente por una lámpara veladora de bomba esmerilada que pendía del techo. Calla dijo la generala suspendiendo el aliento e inclinando la cabeza hacia la alcoba, creo que despierta mi Chuchú.

Tus mejillas vuelven a tener su color natural; ya ha desaparecido de ellas el brillo extraño que me sorprendió cuando entré y la triste palidez que las cubría entonces. Ya te encuentras mejor, Magdalena; ya estás bien, hermana mía. Magdalena se dejó caer en la butaca, inclinando el rostro, medio oculto por sus blondos cabellos, cuyos bucles acariciaban con leve roce la frente del mancebo.

Las mujeres se apresuraron a cumplir la orden, ávidas, sobre todo la hermana, de que el moribundo se reconciliase con Dios. Aunque hace ya mucho tiempo que no hemos hablado de asuntos religiosos dijo el padre Gil, sentándose al pie de la cama e inclinando su cabeza hacia el mayorazgo, presumo que sus ideas no habrán cambiado desde la última vez que hemos discutido.

También respecto de su madre la misión de Perla, como mensajera de dolor, se había cumplido plenamente. Ester, dijo el ministro, ¡adiós! ¿No nos volveremos á encontrar? murmuró Ester inclinando la cabeza junto á la del ministro. ¿No pasaremos juntos nuestra vida inmortal? , , con todo este dolor nos hemos rescatado mutuamente.

Como si la hechicera hubiese leído los pensamientos del ministro, se detuvo ante él, fijó las miradas astutamente en su rostro, sonrió con malicia, y, aunque no muy dada á hablar con gente de la iglesia, tuvo con él el siguiente diálogo: De modo, Reverendo Señor, que habéis hecho una visita á la selva, observó la hechicera inclinando su gran peinado hacia el ministro.

Ya lo creo, como que fue una cosa muy particular respondió el señor Macey inclinando la cabeza hacia un costado . El señor Drumlow... yo lo quería mucho al pobre viejo señor, a pesar de que tenía la cabeza algo confusa, tanto a causa de su edad como a que tomaba un trago de algo caliente cuando el oficio de la mañana tenía lugar haciendo tiempo frío... y el joven señor Lammeter quiso a todo trance casarse en enero, mes que es, sin duda, poco razonable escoger, porque el casamiento no es como un bautismo o un entierro que no se puede aplazar.

Al subir el duque y la duquesa en el teatro, se levantaron don Quijote y Sancho y les hicieron una profunda humillación, y los duques hicieron lo mesmo, inclinando algún tanto las cabezas.

Palabra del Dia

jediael

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