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Al Rey debió de agradarle mucho la obra y alguna más que pintara por entonces Velázquez; pero como la Tesorería de la Intendencia de Palacio, que se llamaba el Bureo, no era ni mucho menos un modelo de exactitud en los pagos, el artista tuvo que hacer una reclamación, atendida la cual quedó aclarado que aquella famosa ración de doce reales, concedida por todo lo que pintase y que tanto enorgulleció a Pacheco, se refería a los retratos del Rey y no a los demás cuadros; dándose Velázquez por contento.

Después de la tempestad, cuando la montaña no desprende ya sobre la llanura rocas quebradas, cuando la atmósfera ha aclarado otra vez, los habitantes de los campos respetados se acercan á contemplar el desastre. Casas y jardines, cercados y pastos han desaparecido bajo el horroroso caos de piedras: allí duermen también el sueño eterno amigos y parientes.

El cielo se había aclarado mucho, la luna se levantó sin nubes, la noche era tranquila. Pocos días después, la temperatura volvió a cambiar y la lluvia cayó de nuevo; las nieves y los hielos fundidos descendieron de las montañas y aumentaron el curso de los ríos. Todos los trabajos quedaron suspendidos, todos los caminos desiertos.

Unas pasajeras de Río tecleaban en el piano del salón y buscaban romanzas en los montones de partituras, ganosas de lucir sus habilidades ante las gentes que venían de Europa. Algunos jóvenes hablaban de improvisar un concierto, una fiesta íntima. El cielo se había aclarado; lucían las estrellas entre harapos de nubes en fuga; las rugosidades del Océano eran cada vez menos sensibles.

De este modo quedó reafirmado el valor autobiográfico de La Dorotea, aclarado el episodio de los amores con Elena Osorio y buen número de otros lances de esta oscura y compleja existencia.

El padre maestro Vilches fué preso, costando mucho trabajo la formación de la causa, pues los religiosos se negaron á declarar ante la justicia «ó por política que observaban ó por precepto que les había impuesto el prelado» con lo cual la gente tuvo ocasión de hacer muchos y muy variados comentarios sobre el suceso, quedando como más aclarado «que el dinero de las Arcas de la Redención le había sacado el dicho padre Vilches, y gastádolo, y que de ello había sido sabedor el religioso lego; y que cautelándose no lo descubriese, lo mató, porque él riñendo con el M. Vilches lo amenazó

No sabemos lo que los salones de Requena ganaron en su aspecto moral con la marcha de María Estuardo; pero podemos afirmar que perdieron mucho en el estético. Porque, a la verdad, estaba lindísima. El baile tocaba a su fin. Comenzaron los preparativos para el gran cotillón. La muchedumbre se había aclarado un poco.

Ya se había aclarado toda la cara macilenta del enfermo con esta placentera memoria cuando Carmen gritó sobresaltada desde el jardín: ¡Padrino, la nétigua; espántala! Y un ave de blando volar, de uñas corvas y corvo pico, se sostuvo, retadora, un instante en el vano del balcón, agitando sus plumas remeras y graznando con lúgubre tono.

Pero ¡qué pena le daba el haberle descubierto! ¡De qué buena gana hubiera lanzado en medio de la tertulia el enigma de sus mortificaciones para que se le devolvieran aquellos amigos resuelto y aclarado en el acto: por caridad, si a las buenas se prestaban, o por deber, si le obligaban a usar de su derecho por las malas!

En un lenguaje elevado y poético, Jacinto desbordó sus protestas de amistad y simpatía... El distinguido capitán había sido calumniado en el Tandil... Como amigo, Jacinto había tomado su defensa... Hasta hubo de batirse con un colega de La Mañana... Felizmente ya todo estaba aclarado... Y le daba su enhorabuena por su casamiento con Coca... Absorto mientras el poeta periodista hablaba, decíase para Pérez: «O este majadero está loco, o yo estoy loco»... Lo de su casamiento con Coca fue lo que de pronto le sacó de su mutismo...