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Actualizado: 15 de julio de 2025


Veíanse allí gabanes aprovechados de un hermano mayor, y tan desmesuradamente largos, que el talle besaba las corvas y los faldones barrían el piso, si ya un tijeretazo oportuno no los había suprimido; en cambio, no faltaba pantalón tan corto, que, no logrando encubrir la rodilla, arregazaba impúdicamente descubriendo medio muslo.

Ya se había aclarado toda la cara macilenta del enfermo con esta placentera memoria cuando Carmen gritó sobresaltada desde el jardín: ¡Padrino, la nétigua; espántala! Y un ave de blando volar, de uñas corvas y corvo pico, se sostuvo, retadora, un instante en el vano del balcón, agitando sus plumas remeras y graznando con lúgubre tono.

Ese hombre profirió Pablito sordamente debe de ser un novio que tenía Valentina hace algún tiempo... ¿Qué trataría de hacer? Pues si era el novio, como no fuese para darte una puñalada, no a qué había de subir. Pablito echó el brazo por encima del hombro a su amigo, no para sostenerse, aunque las corvas un poco se le doblaban, sino para decirle con voz apagada: ¿Crees eso?

Y se dirigió á una puerta en paso rápido, poderoso, en que se revelaba la excitación de que estaba poseída. Don Juan la siguió. Y dominado por lo extraño, por lo maravilloso, y aun podemos decir por lo terrible de la situación, ni aun se acordó de que iba pobremente vestido, con su sombrero ajado, su capilla parda y sus botas de camino enlodadas hasta las corvas.

¡Adelante, mi fiel Iscar! ¡ya lo ves, el mar está azul y el oleaje viene a acariciar dulcemente tu ancho pecho, blanqueado por la espuma! ¡Adelante! ¡ hundes en el agua límpida tus narices que se abren temblorosas! y tu larga crin se cubre de perlas brillantes como gotas de rocío. ¡Adelante! mueve aún tus corvas vigorosas que hienden las olas.

El rey que estaba avisado, habia hecho poner todos sus tesoros en la galería. Quando llegáron los pretendientes á la sala, mandó su magestad que baylaran, y nunca se habian visto baylarines mas topos ni con ménos desenvoltura; todos andaban la cabeza baxa, las espaldas corvas, y las manos pegadas al cuerpo. ¡Qué bribones! decia en voz baxa Zadig.

La bestia de combate acorazada de rojo, armada de uñas corvas y tenazas de tortura, guerrero implacable de las verdes cavernas submarinas, jamás se había unido con el pez gracioso, ligero y débil que movía la cola de su túnica rosada y plateada en las aguas transparentes.

No había uno que no quisiera ser Prim, incluso el renacuajo de las patas corvas. Pues qué, ¿el Majito no habían mandado ya bastante? Hasta el pavo, con aquella carcajada que parecía un vómito de sonidos, exclamaba: «¡Abaa... jojojo el Majito!».

Media docena de esos hombres de buen gusto, que á todo van á un baile más que á bailar, se hicieron las siguientes reflexiones: «Que la pasión de la danza tiene hondas raíces en la buena sociedad de este pueblo, es innegable: nosotros la hemos visto bailar sobre el húmedo retoño de las praderas, entre las coles y cebollinos de las huertas, sobre los guijarros de la Alameda y sobre los adoquines del Muelle; derretirse los sesos bajo un sol africano á las cuatro de la tarde, por llegar á las cinco á la romería y bailar en ella hasta las siete, volver después, al crespúsculo, medio á tientas, por callejas y senderos, y aliquando meterse en barro hasta las corvas..., y siempre impávidas, y siempre pidiendo ¡más!

Sus corvas se doblaron, y cayó desvanecido en brazos de las personas que le acompañaban. Extendieron el cuerpo del suicida sobre el muelle mientras llegaba el juzgado. Aquel espectáculo tenía profundamente impresionados a todos los circunstantes, entre los que se hallaban personas de los dos bandos rivales.

Palabra del Dia

godella

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