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Sus rasone son poderosa, no tienen vuelta de hoja, lo comprendo perfectamente; pero no puedo juzgá a la humanidad tan mal; sigo creyendo que lo medio suave son preferible. La discusión de esta suerte era sabrosa para don Bernardo, y nada perdía con ello el joven cubano. Doña Martina le contemplaba con admiración y simpatía, participando de sus opiniones caritativas.

De este modo pasé catorce años; y como es natural, a fuerza de perseverancia, llegué a reunir algunos conocimientos, que por imperfectos que fuesen me hicieron superior a los vecinos del lugar, que me escuchaban siempre con atención y a veces con simpatía y participando de mis opiniones.

A eso de las diez almorzó en una taberna jamón con tomate, que estaba muy rico, y después había comprado un periódico y leído la mitad de él, indignándose con todas las picardías que denunciaba, y participando de la noble ira de sus redactores contra el Gobierno. Más tarde paseó por la Carrera para ver la gente y la tropa que de los cuarteles venía.

A la luz de la palmatoria que sobre la mesilla de noche ardía púsose a leer, según su costumbre, una novela del vizconde d'Arlincourt, para conciliar el sueño. Gustábale el género romántico, y pasábansele a veces las noches de claro en claro, cual si tuviese quince años, compadeciendo los dolores de alguna Clarisa o participando de las ternezas de algún Adolfo.

El sueño más halagüeño de su juventud había sido el de continuar con su esposo en la más tierna y ardiente unión de las almas, la especie de vida ideal en que su madre la había iniciado participando con ella de sus lecturas favoritas, sus pensamientos y reflexiones sobre todas las cosas, sus creencias, y finalmente, sus entusiasmos ante los grandes espectáculos de la naturaleza o las bellas obras del genio.

Fue voluntad suya y mía, para que nada extraño a la obra misma preocupase mi juicio, y no hablasen en favor de ella intimidades de las que forzosamente nacen entre el crítico y el libro que va a juzgar, cuando él ha asistido a la elaboración de este libro, embriagándose con el fervor de la producción ajena, y participando de ella en algún modo.

Rudimentaria y confusa en los primeros engendros, esta segunda existencia del hombre se define y precisa en la imaginación, con el andar del tiempo y de la imaginación, hasta adquirir contornos completamente definidos, y, en ciertos momentos de la historia, aun más definidos y precisos que los de la vida real, aunque participando siempre de sus caracteres, pues el ideal es una destilación de la realidad en ficciones; el hombre no puede escapar de mismo, y cuando ha concebido a Dios con los materiales al alcance de su fantasía, resulta no haber hecho más que una transfiguración de mismo, una personificación de fuerza, de poder, de voluntad, de inteligencia sublimadas.

Durante unos compases de espera, el primer violín, al mirar á la sala para reconocer á sus entusiastas, descubrió á Lubimoff, participando inmediatamente su sorpresa á los otros solistas. Todos le sonrieron, dedicándole con los ojos lo que surgía de sus instrumentos, y el público acabó por fijarse en este señor medio oculto que poco á poco iba atrayendo las miradas de la orquesta entera.

Las golondrinas comenzaban a instalarse en los corredores, y después de cortejarse unos cuantos días por el aire persiguiéndose con gritos descompasados y partiéndose solas las parejas a los sitios más escondidos de las huertas, sin respeto alguno al qué dirán y a las buenas formas, celebraban sus bodas con la misma grosería, sin consultar la voluntad de los papás, ni suplicar dispensa cuando la necesitaban, ni proclamarse por conducto del párroco, ni encargar trousseau a París, ni recibir un mal juego de café de los parientes, ni pasar papeletas impresas a los amigos y conocidos participando su efectuado enlace, ni siquiera insertar en La Correspondencia de España un suelto diciendo: «Ayer, ante numerosa y escogida concurrencia, en la que figuraba lo más eminente de la nobleza, la política y la literatura, se verificó en casa de la desposada el anunciado matrimonio de la bellísima y distinguida golondrina doña Fulana de Tal con el acaudalado golondrino don Zutano de Cual.

Entrada la noche, y en momentos que todo parecía encontrarse tranquilo y que todos se disponían á descansar de las fatigas del camino, tuvieron que desistir de su propósito, pues había llegado al campamento un confidente participando que fuerzas del gobierno venían á sorprenderlos, en vista de lo cual, el que mandaba aquella horda, ordenó rápida marcha para ponerse fuera de peligro.