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De la vida pasada sólo conservaba las amistades con los valientes, reforzando su cortejo con nuevos bravucones. Los mimaba y mantenía con el propósito de que le sirviesen de auxiliares en su carrera política. ¡Quién le haría frente en su primera elección, viéndole en tan honrada compañía!... Y para entretener a la honorable corte, seguía cenando en los colmados y embriagándose con ellos.

Y doña Manuela, embriagándose con la energía de su resolución, pensaba en la miseria como en una cosa desconocida, pero que iba pareciéndole grata por ser la salvación de su honor. Trabajarían ella y sus hijas. También duquesas, princesas y hasta reinas se habían visto en la miseria, arrostrándola con dignidad.

Ya no se aproximaban a él para decirle: «Cuando yo era gobernador...» embriagándose a mismos con el esplendor de sus glorias muertas; ya no le preguntaban sobre lo que pensaba don Francisco de esto o de aquello, para sacar locas deducciones de sus respuestas.

Cruzan apresuradamente la sala de baile, trémulos de alegría y embriagándose uno al otro, y desaparecen en un rinconcito obscuro que han elegido cerca del tablado de los músicos para substraerse a las miradas indiscretas de las otras parejas, porque todas quieren conocer a la bella molinera.

Fue voluntad suya y mía, para que nada extraño a la obra misma preocupase mi juicio, y no hablasen en favor de ella intimidades de las que forzosamente nacen entre el crítico y el libro que va a juzgar, cuando él ha asistido a la elaboración de este libro, embriagándose con el fervor de la producción ajena, y participando de ella en algún modo.

Y escuchaba como un zumbido dulce sus palabras, sin saber ciertamente qué decía, embriagándose con su música, pensando al mismo tiempo en el porvenir que rápidamente se había abierto ante ella, como una salida de sol que rasga las nubes.

Y así marchan días enteros; después de un violento viaje de diez y seis leguas, con sus carreras, saltos, etc. He entrado en Bogotá con los brazos muertos y casi sin poder contener mi caballo, que, embriagándose con el resonar de sus cascos herrados sobre las piedras, aumentaba su brío, saltaba el arroyo como en un circo y daba muestras inequívocas de tener veleidades de treparse a los balcones.

Pero, pasado el primer dolor, se animaba, se enardecía, embriagándose en la amargura de su desgracia. Había conocido por primera vez el tormento de los celos. Desde algunos meses antes, se mostraba triste, con nerviosidades y arrebatos impropios de su carácter. ¿No lo había notado Aresti?

Siempre en ellas, la cabeza metida entre los hombros y el espinazo doblegado, embriagándose en su labor; y la barraca de Barret presentaba un aspecto coquetón y risueño, como jamás lo había tenido en poder de su antiguo ocupante.

Ahumaba la planchadora, o por mejor decir, despedía un vaho sutil y punzante que Miguel aspiraba embriagándose sin darse cuenta de ello.