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Lo primero que vi fue un pequeño estuche. Le abrí y encontré... la cruz de brillantes que le había regalado el día que por primera vez almorzó conmigo. La existencia en el cofrecillo de aquella cruz, me dio no qué aliento, qué esperanza vaga, qué alegría íntima. Luego seguí en mi inspección: Buscaba el retrato y le hallé cuidadosamente envuelto en un papel muy usado.

Almorzó con muy buen apetito, y luego, mientras que la Condesa viuda dormía después del almuerzo, como tenía de costumbre, se fue a la biblioteca con su hermano Enrique, le contó su encuentro con el pájaro zancudo, le enseñó la tela de seda y le rogó que tradujese lo que en ella había escrito.

Concluída la elección, nuevamente sonó la música, desaparecieron de la mesa tinteros y cuartillas, sustituyéndose con finos manteles de piña, que bien pronto se cubrieron de manjares. Se almorzó y acto continuo se retiró á descansar el Alcalde, habiendo antes prevenido, que las quintas las haría á las cinco de la tarde.

A eso de las diez almorzó en una taberna jamón con tomate, que estaba muy rico, y después había comprado un periódico y leído la mitad de él, indignándose con todas las picardías que denunciaba, y participando de la noble ira de sus redactores contra el Gobierno. Más tarde paseó por la Carrera para ver la gente y la tropa que de los cuarteles venía.

Como en todos los días de corrida, Juan Gallardo almorzó temprano. Un pedazo de carne asada fue su único plato. Vino, ni probarlo: la botella permaneció intacta ante él. Había que conservarse sereno.

Aquella noche durmió mal, tras madrugar mucho, almorzó sin gana y se vistió como quien pretende agradar.

Volvería; aún serían felices los dos, comentando el infortunio presente como un mal sueño. Además, yo te ayudaré. Hay que proceder activamente para que te devuelvan tu hijo. Escribiré al rey de España. Lo conozco; almorzó en mi yate una vez que estuve en San Sebastián.

Un día el dramaturgo almorzó en casa de monsieur Chalonette. A los postres, el alguacil, bajando los ojos y ruborizándose como un colegial, declaróse autor de una comedia que él creía representable. Bissón vibró de júbilo; acababa de coger á su rival por el cuello; á partir de aquel momento le pertenecía; era su esclavo.

Todo sea por Dios se dejó decir Nicolás suspirando . Peor lo pasó Jesús, que pidió agua y le dieron hiel. Mascando el último bocado, salió Maximiliano para irse a clase, llevando la carga de sus libros, y mucho después almorzó Juan Pablo solo. Aquellos almuerzos servidos a distintas horas molestaban mucho a doña Lupe. ¿Se creían sus sobrinos que aquella casa era una posada?

De lejos se ven las cosas en su verdadero valor. Lo que recuerdo es el día en que almorzó con nosotros en el cortijo. Gallardo hacía también memoria de este suceso. ¡Pobre Plumitas! ¡Con qué emoción se guardó una flor ofrecida por doña Sol!... Porque ella había dado una flor al bandido al despedirse de él... ¿No se acordaba?.... Los ojos de doña Sol mostraron un sincero asombro.